domingo, noviembre 22, 2020

Nos expulsan de los Reunidos


A las 11 de la noche te expulsan de los bares de manera inmisericorde, aquí no hay dios misericordioso que valga, te vas a la calle. Yo estaba a esbirras negras, que ya 
no me apetecían.
- Oye Xabier (se llama Adrián) ponme un vino
- No te lo puedo poner
-¿Cómo que no me lo puedes poner?
-Porque es la hora de cerrar
-Entonces ¿por qué seguimos aquí?
-Porque hasta que recojamos todo podéis seguir
- Pues ya está, en este entretanto te llevas la cerveza y me traes un vino 
 -No José María, está prohibido, son las normas (Este imaginativo ¡Spanish Revolution electroshock! se debe creer con su Harley Davidson y los Ángeles del infierno por el desierto de Sonora y el Valle de la Muerte)

- Anda, no te pongas delegado del gobierno (abyecto) ni policía municipal, porque tienes la botella a dos metros y los vasos a metro y medio, o sea que déjate de mariconadas, y no te hagas la autoridad competente, que no lo eres.

Mi hermano (de actual: manirroto; ahora anda buscando cuentas debajo de las mesas de quienes se hayan podido ir sin pagar, para pagarlas él. "Se debieron ir sin pagar, pero yo lo pago"), dice: tienen que cerrar, son las normas. Ana G que está deseando irse: hay bandadas de policías al acecho. Hago oídos sordos.

 -Bueno Xabier, queda aún  media hora: en el tiempo que tengo para terminar la cerveza me bebo el vino

Pero el policía de presa sigue normativesco e intransigente. Si me invitaba muchas veces... Si la permuta la hubiera intentado con Ivanka se hubiera producido.

¿Qué ocurre? que acumula ahora un coche inglés, se ha echado novia francesa con la que puede hablar perfectamente en español, que le lleva a París y sus padres no le repelen, y por último se ha comprado una harley davidson. Y mantiene todas sus simetrías. como los grandes artistas del Renacimiento, del Cinquecento (no Adrián, no es un coche), dos arcos en cada fosa nasal, dos colgantes en cada oreja y sus tatuajes de inglés pendenciero y floreal. Si a tanta opulencia la oficialidad te hace creerte agente subalterno de la ley, el capo del barracón, ultima toda un haz de desaciertos, arrogancias y presunciones  de imberbe cabo primero.

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