miércoles, noviembre 18, 2020

El Sáhara, la gran bandera de la mentira, y un invento de España

Todos saben que España NO es potencia administradora, o se sabe fehacientemente o se ha de deducir  de la falta de requerimientos de la comunidad internacional a España para que diga/haga algo y su absoluta ausencia de todas las iniciativas. No cuenta nada, ni existe. Solo lo sostienen los españoles por ese deseo de involucración y responsabilidad, quieren tener motivos para estar en primera fila y resarcir, amparar, tutelar, reivindican la posición postcolonial.  
Lo sabe fehacientemente Ignacio Cembrero, lo que no le obsta para mentir :1º afirmándolo (potencia administradora) 2º remitiéndose a una fuente que no lo era (una mera carta de un asesor jurídico no es  ninguna doctrina internacional) y 3º diciendo lo que ni siquiera  ponía. Cembrero no es una potencia administradora (como España en su deseo), sino beligerante.
Otro tanto ocurre en otras instancias incluso académicas, manifestando hechos que simplemente  no han ocurrido, papeles  no desempeñados, con descaro incomprensible. Saben los hechos, pero da igual.

Uno no tiene nada más que acercarse a los tratadistas académicos del Sahara para comprobarlo (lo han dejado escrito) con su obsesión por la "traición", "huida", "deserción" (¡vaya términos!: los militares españoles principiaron con el metarrelato)  de España ante Marruecos, de denunciar los Acuerdos de Madrid amputados de toda imbricación con Naciones Unidas: antes instando, después convalidando, la Asamblea General.
Leo ahora un libro en PDF de un conocido tratadista académico del Sáhara (español, claro) y no hay línea sin juicios de valor y recusaciones contra los "ocupantes", "colonos", "depredadores marroquíes". Si esto se escribe en la Universidad que pondrán los activistas propolisarios en sus panfletos. En uno de mis libros glosé algunos libros de universitarios y su cambio de paradigma, ya no se centraban solo en la salida de España y epopeya del desierto, pero permanecían igual de conjurados y militantes.
Los españoles progresistas (de progreso; los gobiernos no pueden serlo, por elemental prudencia) y nacionalistas periféricos son, hambrientos de Causas, del Polisario, y un pelín anti Marruecos: es lo que pasa con las ardorosas  adhesiones, que no se sabe al final que pesa más. 
Como actor muy circunstancial (no soy muy aproximativo de las instituciones, de algunas aún menos, pero me vi inmerso) de las tribulaciones de Ensayos Saharianos y mis libros del Sáhara con las instituciones del Estado Español que pago -no son de ellos, aunque lo pueda parecer-, censura, desprecios  de un trabajo de creación intelectual sobre El Sahara occidental de Marruecos, y de las tesis marroquíes sobre el Sáhara de mis libros, estos ya funcionarios o bien designados  de la Fundación de las Tres Culturas; y no tengo ni idea que pudo haber pasado. Alguna vez lo intentaremos entender.

 

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