miércoles, noviembre 04, 2020

Columna de la semana: LA REALIDAD DEL FEMINISMO OBJETIVO

 La realidad del feminismo objetivo

La realidad del feminismo objetivo
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En los años 50 del siglo pasado la dirección del Partido Comunista español podía desde París  convocar huelgas generales, partiendo del descontento de las masas y un supuesto seguimiento, y sus militantes del interior comprobar que no paraba nadie, y eran un rotundo fracaso.
Había condiciones objetivas para hacerlas, según ellos, pero faltaban las subjetivas: más panfletos y agitación. La contumacia de estos hechos terminó por hacer (teóricamente) de la democracia un fin y no un medio al socialismo y nació el eurocomunismo. La única conclusión que podemos sacar de esto es que el desarrollo de la sociedad tiene su propia dinámica y las decisiones humanas también. La vida ni la diagnosis  están en los guetos clandestinos, ni en núcleos aislados, grupos de esclarecidos, sino en una realidad de millones de protagonistas y acciones en las sociedades complejas. La pareja y ministra (por orden causal) Irene Montero y grupúsculos marginales de única presencia en determinados colectivos activistas, siguen ese patrón, ausentes por supuesto de contactos con realidades mínimamente amplias, sino endogámicas, sectarias y carentes de exigencias y méritos, en las que no hay competencia ni luchas reales sobre  proyecciones de vida, realizaciones profesionales. Como los clérigos se auto asignan misiones de redención, como los ayatolás disciplinan una forma de pensar y sentir, ellas lo hacen  con decisivas prohibiciones: piropos, actitudes y miradas, destierro de colores (el rosa), orden conventual que erradique cualquier riesgo: “solas y borrachas”. Como los ayatolás tienen su propia Iglesia, en lugar del chiísmo tenemos el culto a un feminismo vergonzosamente sectario: izquierdista  y eurocéntrico. Sin Irán, Turquía, México, ni ablaciones, sin jerarquía racional de urgencias por violación sistemática de derechos humanos, pendientes aquí solo de los  “techos de cristal”  y asuntos poco desesperados  en una sociedad con machismo residual (¡que se atrevan..!). Pese a  todos los orinocos y amazonas de insustancial victimismo, la verdad última y contable radica en la caja, para la red chiringuital, asesoramientos por colegas  y, claro,  gastos de personal. Y acrecientan el expolio en tiempos de pandemia y hambre:  471 millones para la Igualdad.

No hay un solo argumento para no calificar de feministas a millones de mujeres que administran su libertad personal como quieren, con coherencia, sin tolerar actitudes machistas,  flexibles, inteligentes, con una visión circular de la vida, no con anteojeras e insuficiencia, y además son arquitectas, empresarias, catedráticas, cirujanas, magistradas, ingenieras, obreras, científicas  o madres solteras que deciden solo por ellas. Frente a este mundo de vida real  y verdad, unas mujeres sin excesivos méritos, están convencidas que representan a todas las mujeres: ¡porque ellas son idiotas! El machismo más profundo. 




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