domingo, noviembre 08, 2020

Bajamos con nuestras barras y estrellas, y confesión sobre Trump

Mi hermano se volvió a empeñar en invitarnos a cenar, y yo a no cenar. Nunca ceno en la calle -beber sí-  me parece costumbrismo burgués y muy convencional. A los camareros, que ya me tienen un poco visto, les dije 
- yo cenaré  cuando llegué a casa, como siempre, esta mañana me he agenciado   productos Mercadona: los panecillos redondos y embutidos, que para mí son mejores que cualquier materia prima que puedas comprar, incluida la  del mercado de la Bretxa de Donhostias
-Y  mejor que lo nuestro
-pues sí
-Pero paga tu hermano
-Por eso también, no quiero que consuma su invitación
-para poder reprocharle que nunca te invita ¿no?
- sí, así le puedo llamar pordiosero, pesetero, rata, codicioso y privado de elementales formas mundanas y cortesanas.
Como he descubierto que es mucho mejor que decidan por ti que hacerlo tú mismo, me sumo a lo que gente mía quiera,  Ya voto como mi suegra: lo que me  meten en la papeleta. Aunque siempre contra mis enemigos de clase, my class enemy. Y lo mismo hace mi hermano, que toca Biden pues Biden. Ninguno de los dos tenemos problemas con enarbolar la bandera de las barras y estrellas o ponernos en pie si escuchamos el himno americano
Espero que nuestros progres con toda la testosterona norteamericana que inopinadamente les inunda,  no lo hayan llegado hacer: ponerse la mano en el pecho y cantar el himno
El sr, Trump tiene todo lo que yo detesto y me tenía en los previos (hace años) en estado de irritabilidad. Hasta que vi quienes eran sus enemigos acervos, muchos más (¡sorprendente! le odiaban TODOS) que los progres, con los que contaba. Soy una persona que respeta mucho a los progres anteriores y a los actuales: los progres "de progreso". Son totalmente previsibles, podría hacer apuestas y preguntarles cosas, por si apareciera   un desviacionista. Siempre rellenarán las mismas casillas. Es una condición que tiene que ver con sus contextos biográficos (nada les ha alterado), sus zonas de confort, sus vínculos de lugar, generacionales, relacionales. Un progre nunca se ha visto en una sola  tesitura en la que no fuera mayoría y pieza del quorum, son iracundos pero desde su cercado o habitat, no en Nebraska o Arkansas. Empozoña más esa  consustancial calidez   de  superioridad moral, se encuentran solidarios,  se saludan buenos,  positivos, modernos, dotados de los atributos de los mejores, ganados a la ejemplaridad. Son como monaguillos,  beatos, meapilas y corales. Atufan a iglesia. 
Así pensamos de ellos

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