miércoles, octubre 20, 2021

Tánger, ciudad internacional: la anarquía e ineficiencia colonialista

Hubo constituciones, legislaciones, corpus legales, normas  e instituciones de Derecho público que sirvieron de modelo o inspiración a otros ordenamientos jurídicos: La Ley Fundamental de Bonn a la Constitución Española de 1978, el Código civil napoleónico al Código civil español y otros, el sistema autonómico español al proyecto autonomista de Marruecos, de esos préstamos está  plagado el Derecho público comparado.

Evidentemente que la carta de Tánger no sirvió de paradigma o mera sugerencia  a nadie nunca. Fue  en esa ciudad donde más reinó el desbarajuste colonialista europeo en Marruecos. Un protectorado era una figura jurídica internacional con su respaldo en el Derecho internacional, como también lo eran los mandatos, por difíciles o fracasados que después deviniesen. Una pequeña ciudad como Tánger con su hinterland, era menos que una ciudad estado una ciudad-burocracia, en la que  se apelmazaban orgánicamente: Administrador de la ciudad, Comité de control, Asamblea legislativa, Oficina mixta, Tribunales mixtos, dominado por la anarquía, descoordinación, diseminación y desgobierno y la más descontrolada iniciativa privada que campaba a sus anchas. Así como en los protectorados español y francés hubo abundantes obras públicas, inversiones  y equipamientos, Tánger venía a ser una ciudad sin ley, sin gobierno y administración de planes y obras eficientes.  A cuyo desorden e inoperancia había que añadir diferentes estafetas de correos, monedas, composición internacional de instituciones, aptos para aplazados y posibles arrebatos líricos  y juveniles ensoñaciones (españoles siempre),  pero no rendimientos. Tánger,  para ser mito, ideal, ensoñación, fantasías cruzadas ha de estar despojada de realidad material, estructuras, instituciones y sus praxis. Evitando en todo momento ser confrontada desde su campo epistemológico y hermenéutico a ras de tierra, sin lirismo ni fabulación.

Quien me ha hecho recapacitar sobre el valor jurídico, histórico  e  institucional,  de gobernanza de la ciudad estatutaria ha sido Bernabé López García con su libro El Frente de Tánger (1936-1940) Crónica de la guerra civil española en la ciudad internacional.  El libro que aborda los tres años de guerra civil española en Tánger, con continuos  enfrentamientos civiles entre franquistas y frente populistas (en este libro este término que macula la sacralidad de la II República, no se usa, como confiábamos no encontrar), fruto de una investigación exhaustiva sobre todo en prensa. Tiene una virtud importante, al margen del cansancio que infunde solo penar en  la ardua tarea del investigador, que va acompasando los enfrentamientos entre los españoles divididos en  la ciudad, con los avatares de la guerra en la Península: avances, batallas, conquistas…con su inmediata repercusión en África

Bernabé López García no se detiene en análisis o reflexiones sobre las instituciones y legislación del Estatuto tangerino, son una realidad de la que se parte, pero muestra el constante entrechoque de autoridades, instituciones, partidos, prensa, países, y la amenazante presencia de proximidad de los altos comisarios rebeldes de Tetuán: Orgaz, Beigbeder, el propio Franco, de más matón.

Y lo que ocurre es el marasmo, desbarajuste, la ingobernabilidad. Es cierto que el libro versa  solo sobre la guerra, pero se traslucen  emanaciones, contexto, juego normal del conjunto, la sustancia perenne limada su parcial y contingente excepcionalidad. Es una ensalada de delegaciones europeas, que arrinconan a verdadero telón de fondo,  al elemento marroquí: Mendub, algún jerife, cofradía, zagüía, lo que no hace sino acusar el colonialismo de la ciudad estatutaria. Un ciudad e instituciones que parecen incapaces de pensar en ir articulando el final de su estatus con  la inevitable  independencia de Marruecos. Viven para la eternidad de su privilegiada cotidianidad.

 Paul Bowles ya  escribió que era una ciudad sin ley,   ni administración eficiente, emprendedora, planificadora, sino paraíso para las ambiciones privadas desaforadas, por falta de cortapisas, normativas y controles.

Entre la legión de seguidores del Tánger internacional español ideal, modélico, irrepetible, paradigma mundial de suma de singularidades que la providencia hubiera depositado en ella, no concibieron que en realidad fue una nadería institucional, de gestión, eficacia, buen gobierno; una cosa inaudita: una anarquía burocratizada. Desde luego, imposible imitarla. Por eso aquel Tánger era revista, gacetilla, ecos de sociedad, puro provincianismo.

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