La sentencia del Tribunal de la Unión Europea anula los
acuerdos comerciales de pesca y agricultura (Sáhara) entre Marruecos
y la Unión Europea, demostrando una vez más el anquilosamiento y
petrificación de la legislación
internacional emanada de Naciones Unidas. Reguladora de un mundo que fue
y que la propia Historia se encargó de engullir, sin permitir al menos
ingurgitar como el ganado vacuno. Hasta donde he leído el argumentario, las
razones que esgrimió el Consejo de Europa frente al “ente” Polisario, se apoya
en la realidad de las cosas, en las razones del presente, en criterios de
justicia material y realidad social; por el contrario el ente (político militar)
Polisario se encastilla en 1960 (resolución 1514) y los 17 Territorios No
Autónomos, cuyo listado decreció con el correr del tiempo. Entonces se asistía
al proceso histórico de descolonización (tras la II Guerra Mundial), la
división en bloques del mundo, el Movimiento de Países no Alineados. Este fue
el contexto que determinó resoluciones y principios, en ellos yacía su espíritu
y contexto de presente historicidad.
Cuando el alto el fuego del Ente de Tinduf y Marruecos, el
contencioso pasó de la Asamblea General, donde
dormita la resolución 1514 de 1960, y la lista de los Territorios No
Autónomos -que ninguno quiere dejar de serlo hoy: así el último, Nueva Caledonia- al Consejo de
Seguridad. Desde 2007 el Consejo de Seguridad, el órgano que arbitra el fluir
natural del conflicto, no se refiere para nada al “derecho de
autodeterminación”, sino a una “solución justa, duradera y mutuamente
aceptada”, que sustituye aquel derecho. El acto originario de constitución
política no es algo previo a cualquier actuar, sino algo de futuro a alcanzar.
Luego ninguna materia, como los recursos naturales, pueden sustraerse a las
nuevas directrices internacionales, y espigar determinados efectos/recursos
retroactivamente. El adagio jurídico es: “Quien puede lo más, puede lo menos”,
y no “Quien no puede lo más, pueda lo menos
(meras consecuencias)” .
Tras la citada sentencia el concepto de nación, que radica
en la posesión efectiva de un territorio y una población, pudiera ahora
simbolizarse o hacerse virtual, por títulos, cuotas ideales, derechos no
materializables ni ejercitables, que es lo que le habría conferido al
Polisario, apegada a la letra muerta de
ley caduca, sin mundo que la pueda modular para conferirle significado y sentido. Es vergonzoso considerar a un movimiento
militar totalitario, violador sistemático de los derechos humanos con legitimidad
(a lo más, una parte menor) en la
representación del todo. Ahora creo que nada cabe esperar de NNUU y todo de la
diplomacia entre las naciones y la realidad viva.
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