Este es Rafa Padró con mi libro, el que me puso los cuadros, un hombre de gusto y muy singular, al que regalé un libro mío De Bilbao a Bilbao, 40 años después, se fue a la librería y compró dos para unas amigas y hoy ha venido para que los dedique. Cuando hay que dedicar un libro siempre pienso si ha merecido la pena escribirlo, de la repugnancia que me produce. Por eso admiro muchísimo a los que se esparcen para espolvorear su firma por ferias del libro, dándole a la grafología. Mi concepción de la escritura y el valor de ella en uno, me da que es muy poco común.
Este es Rafa y su moto, cerca de casa, es una 7,5 y mejor que las Harley Davison. Rafa se dedicó al ejercicio libre de la abogacía durante 20 años, luego contratado como asalariado en una empresa. Es motero que ha viajado a Marruecos, una vez hasta Essaouira, también es músico que toca varios instrumentos, en grupos, música de los 70 y siempre jazz, es hostelero, tuvo un local en el que cada quien que supiese podía hacer música, barman, lector, individualista, radicalmente anticonvencional, Como mi hermano pero con habilidades.
Vive ahora justo enfrente, en la otra orilla de la ría, con unos amigos en un palacio de Portugalete con jardín en el muelle, hay exsurfer, gente que vivió en San Francisco de hippys, un neurólogo jubilado, tocan música en el jardín porque todos son también músicos y hacen documentales de cine, uno sobre el pintor Zuloaga.
-Pero Rafa ¿cómo pudiste ser un señor advocat? me entristece solo pensarlo-
- Pues me gustaba la abogacía
-No me lo puede creer, si era tu negación ontológica
-Pues créetelo
Al final va a ocurrir que el músico, motero, hostelero y barman soy yo
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