jueves, agosto 27, 2020

Marruecos , un territorio de celulosa y redención

En realidad me están pasando más cosas en Marruecos que en Las Américas, donde realmente  estoy.
El otro día cuando compré en la Gran Librería de la cota de 600 metros La forja de un rebelde de Arturo Barea le dije a la chica:

- Dios mío, esto tiene mil páginas ¿o no? (tres tomos)

-por ahí andará-me responde

- pues no me las pienso leer,  qué hago ¿me lo llevo o no?

- Lo que gustes-

Ya en casa comprobé a plena satisfacción, que solo uno de ellos era de la guerra de Marruecos, mi motivación  y el resto de la II República ("de trabajadores" -conforme parte  programática, ART. 1º, y no orgánica de aquella constitución- y del Frente Popular  -su aguerrido conseguidor), de lo que estoy harto es poco, al límite de proferir aullidos desgarrados, rogando que ya me dejen en paz-

Estoy de los gudaris (milicias vascas en la guerra y terroristas de ETA y demás combatientes retroactivos) de toda jaez más allá del moño. Ay España, cuanto te quiero.

Por lo menos tenemos Marruecos lleno de marroquíes. Me está gustando mucho Arturo Barea.
Yo jamás leí autores españoles contemporáneos por culpa de Franco, nada de España podría tener interés. Hasta que me creí lo de la República, sabiendo como había sido aunque sin saberlo todo.
De Barea me gusta  como escribe, la ligereza y sesgo personal que da a la expresión, y como conduce como autor la historia. Y no es nada ñoño, moral al uso  progre consuetudinario. Cuando algunos autores meten moral e ideología (la nueva moral, de los que no tienen un solo pensamiento) es para matarlos


 


 

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