martes, agosto 18, 2020

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Derechos históricos y fueros, anacronismos monárquicos

A lo largo de la mañana bastantes colaboradores de Prensa Ibérica hemos pasado a sólo para suscriptores

Mientras voces minoritarias muy activas tienen en el fin de la monarquía parlamentaria y constitucional su máximo objetivo político, como si solo así se abriese la puerta para cambios imposibles bajo un régimen democrático convalidado y sólido.  La república de referencia es la II, que en su artículo 1º se definía  como “República de trabajadores”, y que el Frente Popular tanto se esmeró para poder quedársela sus titulares.

Siempre me sorprende que gente moderada de derecha e izquierda se define como republicana, antes de opinar ya dicen que son republicanos aunque después se pronuncien por la monarquía, y no porque sean creyentes de la milagrera  II República, sino porque al español medio le debe dar personalidad, independencia moral,  mucho criterio propio, poder decir tanto de él con una sola palabra: republicano.

Por mi cuenta, si recuerdo bien,  he sido nacionalista vasco, abertzale/independentista, socialista revolucionario, eurocomunista, socialdemócrata, social-liberal (¡como El País!), liberal progresista -porque de conservador difícilmente sería admitido-, pues bien, jamás en mi vida me he calificado de republicano o monárquico. Era antimonárquico pero no republicano, esa no era cuestión, básicamente porque me parecía estúpidamente espumoso. Yo iba por los contenidos del Estado: derechos, libertades,  garantías, justicia, seguridad. Nada de etiquetas para advenedizos ¡cuántos demorados! Como marxista que fui, las democracias burguesas eran formales y no materiales, reales, (“populares”), bajo monarquía o república, daba igual. ¿Alguien se imagina a Marx con estas fruslerías?: no hubiera creado el materialismo histórico, directamente imposible.

Pero republicano sí, por autores que le han dado significado crucial y sentido profundo, no sólo nombre y jactancia, y que están en boga como Hannah Arendt, Habermas, incluso Berlin. Ellos teorizan sobre el republicanismo, en resumen: derechos públicos de activa participación política en la polis.  Con ellos claro que soy republicano. O monárquico: es idéntico contenido.  

Si una parte de la ciudadanía, se ha vuelto a levantar contra la corrupción específica, de autor concreto y  vitupera al Rey, que si comisiones, blanqueo (o inocencia); para muchos encargos civiles y militares (poder trabajar) él resultó decisivo para lograrlos y no gobiernos ni sindicatos.

Quienes  consideran anacrónica la monarquía parlamentaria hoy –tratan de hacerla pasar por monarquía absolutista, grotesca estulticia-  no consideran verdaderos anacronismos los derechos históricos, sino factores progresistas (“de progreso”), cuando cortes y juntas regionales, cartas-puebla y fueros eran patrocinados por distintos monarcas y  parte esencial del sistema.  Las actuales monarquías europeas son punta de lanza de civilización, pero los derechos históricos son rémoras del Antiguo Régimen: de  cuando monarquías absolutas,  señoríos, estamentos, alto clero, mercados y aduanas locales, fueros.

El último e inapelable vestigio de la sociedad predemocrática.


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