No es El Pireo, ni Palermo, ni San Juan de Luz ni ningún otro sitio sugestivo, enfrente no hay yates ni al lado extranjeros, el mar está cerca pero no se ve. Es Los Reunidos, donde vivo, tardo una hora en bajar andando desde casa. Faltaba Fer y un mundo de comunicación, la mayoría son intercambiables, muy pocos tienen un mundo personal, para lo que no hace falta ser un tipo de escritor (muy bueno) como únicos demiurgos de tales. Tener un mundo es poder sacarte del ordinario, consuetudinario y del orden anímico y referencial establecido: la cotidianidad, sus preocupaciones o modas no tienen primacía, hacerte entrar, traspasar, asomarte a la configuración de la vida por el otro. Cómo lo ha logrado.
La mayoría te atornilla al mundo ya dado y cotidiano, y además te aburre. A mi lo que siempre me ha interesado no es tanto la vida del otro sino cómo la vive ese otro, su subjetividad, emociones y cogniciones, no hechos del mundo objetivo, que pueden estar muy bien pero es mucho más atrayente cómo lo ha diseñado, lo que buscaba y ha encontrado, que espera, cree y hace con la vida, pero sobre todo, por qué está tan cómodo, esa continuidad. Esto lo encarnaba muy bien Fer, pero no así mi hermano, que vive en una celda de ansiosa productividad, y que mañana, dios mediante, nos invita a comer. Más Los Reunidos. ¿Es la neurosis fundamental o no?
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