martes, agosto 04, 2020

La sacrosanta brevedad libresca. Libros sin apenas lomo

Soy un admirador de los que no han entendido nada el pensamiento de Camus, y lo meten en  el saco izquierdista crítico. El hombre rebelde y el Mito de Sisifo son su refutación ontológica .

Alguien politizado como un servidor  que pagaba la cuotas de UPyD, las de Ciutadans y las derramas de Unificación Comunista de España, (maoistas), en particular inversión leninista, con el fin de terminar con aquel infantilisimo tontorrón, adanista, analfabeto del ominoso pequeño Zapatero, y al que solo le ha interesado (al servidor) la política como lucha ideológica y filosofía moral, odiaba la institucional y de gestión,  pero se había tomado por revolucionario, debía leer sobre todo ya mayor, a los contrarrevolucionarios. Edmund Burke ordenó mis intuiciones y prenociones y Joseph de Maistre las asentó, y Louis de Bonald me espera
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Se supone que si te tomabas por revolucionario leías, vivías, veías y obviamente evolucionabas, no eras una aburrida ostra pegada a la roca, como la mayoría y más destacados de aquellos. Por eso la paleoizquierda tiene el mérito no ya de ausentarse de la historia sino de la propia vida al mantenerse indemnes  en sus búnker o, más benignos, los que se dieron a la pirueta del posmodernismo  izquierdista, vacuo y escaparatista/publicitario.
Si creías, temeroso de la vida por vivir  en la Revolución con su magia proyectada (pensamiento mágico, a fin de cuentas) y dejaste de creer por una suma de horrores y tropelías sin cuento y  por meros estándares de racionalidad económica  y democrática, y a la vez requerimientos de la razón práctica o moral es obvio que intentes  descubrir cómo llegaron otros mucho antes,  cuando las revoluciones tenían prestigio como toda la sangre derramada

Sin   embargo este clérigo  encomia la revolución 

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