Isaac de Vega y José Antonio Padrón (La Opinión)
La semana pasada acudí al TEA tras literatura canaria, a los
estantes del fondo a la izquierda, que parecían los estantes de los supermercados
de Caracas o Buenos Aires por su
demostrativa escasez. Pregunté extrañado si no había más, que sí pero que había que
consultar en el ordenador. En los ordenadores sale todo, lo de todas las
bibliotecas. Veremos la magnitud de lo propio, de la casa.
Logré una joya: La
facción surrealista de Tenerife, de Domingo Pérez Minick; me conocía todo
el contenido, casi en un 100 x 100. Pero su estilo pirotécnico, gozoso e imaginativo siempre resulta agradable
de leer.
Saqué los artículos de Rafael Arozarena y compré, pero ya en
La Isla, los de Isaac de Vega. En estos se percibe el grado de atingencia de
vida literaria que canaliza (arrolla) sus
opiniones, que en este caso se adecúan a lo contingente y de oportunidad, como
meros sedimentos arrastrados por el caudal impetuoso de su literatura. Pero sedimentos puros y naturales
de las orillas o del fondo, y parte de
un mismo y estricto ecosistema.
A medida que conoces mejor la tradición canaria, mayor perspectiva
tienes del presente áureo que se dice vivimos. En la Tradición no me he
encontrado aún los célebres géneros/subgéneros ni
los bestesellers, pudiera ser que por
algo. Nos gusta hacernos los distraídos para así intentar asimilar cosas radicalmente heterogéneas. En la Tradición canaria hay
estilos, géneros básicos, corrientes, movimientos, escuelas….lo que no hay es ni bestseller ni géneros/subgéneros. No sé qué se
puede parangonar.
Sin embargo los
camiones de títulos de óperas primas, manuscritos recabados (la anti-edición: ya que el editor
no selecciona, pide, y acumula unidades de subvención que no precisa vender),
géneros y subgéneros de estos años épicos e imperiales, no están, pero podrían
estar en los estantes.
El valor
socioliterario de estos años está muy por encima del literario. Tan importante como
describir el funcionamiento del cotarro y señalar el nuevo establishment (con
esquemas nada ambiciosos), será recopilar sus alegres declaraciones, sus “análisis”-manifestaciones
henchidas de autoelogio. Espero que las
tesis doctorales den por fin cuenta de la
ficción de la ficción. Tienen un sinfín de declaraciones y comentarios realmente espectaculares sobre
los que trabajar.
Lo que ya va a ser más difícil será recordar un título de
gloria casera. Por cuanta relevancia verdadera apostaríamos hoy, si hay algún
título o muy pocos y también si hay
algún autor o muy pocos tras el delirio y la falsedad (algo igual de objetivo que demostrable)
tan groseramente combinados. Quién de entre tantas miríadas será el Isaac de Vega o Pérez Minick de mañana.
Regresemos a la Tradición aunque sólo
sea para depurar las declaraciones solemnes, los ditirambos, la ebriedad
proveniente de literatura de garrafón y apetito de apacible vida de
gueto, satisfecha y autosuficiente.
Algún día habremos de fijarnos en el lector de géneros/subgéneros
y best selller, por ejemplo en su background cultural, si gusta saciarse de las
mismas fuentes siempre, o muy al contrario de su sed imaginativa y descubridora, su afán de sorpresa y de inéditos ángulos de experiencia. Esto
último y mucho más se encuentra, como todo el mundo sabe, en estas literaturas
formularias. Con su sector de consumidores de sector. De entrada es gente adscrita a lo más fácil (y también fácil de contar) y
manierista. Curiosos de las variaciones de un mismo tema, del modelo artesanal
de entretenimiento, aunque vete a saber si en el fondo y sin darse cuenta lo que buscan
son trances emocionales tan sutiles como vibrantes, experiencias de vida que
por sí solos son incapaces de alcanzar, pero saben se logran con el entretenimiento de nulo esfuerzo. Como su
realidad evidentemente sugiere.
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