jueves, octubre 31, 2013

Literatura canaria: ¿cuál parangón?

Isaac de Vega y José Antonio Padrón (La Opinión)
La semana pasada acudí al TEA tras literatura canaria, a los estantes del fondo a la izquierda, que parecían los estantes de los supermercados de Caracas o Buenos Aires  por su demostrativa escasez. Pregunté extrañado si no había más, que sí pero que había que consultar en el ordenador. En los ordenadores sale todo, lo de todas las bibliotecas. Veremos la magnitud de lo propio, de la casa.
Logré una  joya:  La facción surrealista de Tenerife, de Domingo Pérez Minick; me conocía todo el contenido, casi en un 100 x 100. Pero su estilo pirotécnico, gozoso  e imaginativo siempre resulta agradable de leer.
Saqué los artículos de Rafael Arozarena y compré, pero ya en La Isla, los de Isaac de Vega. En estos se percibe el grado de atingencia de vida  literaria que canaliza (arrolla) sus opiniones, que en este caso se adecúan a lo contingente y de oportunidad, como meros sedimentos arrastrados  por  el caudal impetuoso de su  literatura. Pero sedimentos puros y naturales de las orillas o del fondo, y parte  de un mismo y estricto ecosistema.
A medida que conoces mejor la tradición canaria, mayor perspectiva tienes del presente áureo que se dice vivimos. En la Tradición no me he encontrado aún  los célebres géneros/subgéneros ni los bestesellers, pudiera ser  que por algo. Nos gusta hacernos los distraídos para así  intentar asimilar cosas radicalmente  heterogéneas. En la Tradición canaria hay estilos, géneros básicos, corrientes, movimientos, escuelas….lo que no hay es ni  bestseller ni géneros/subgéneros. No sé qué se puede parangonar.
 Sin embargo los camiones de títulos de óperas primas, manuscritos  recabados (la anti-edición: ya que el editor no selecciona, pide, y  acumula unidades de subvención que no precisa vender), géneros y subgéneros de estos años épicos  e imperiales, no están, pero podrían estar en los estantes.
El valor socioliterario de estos años está muy por encima del literario. Tan importante como describir el funcionamiento del cotarro y señalar el nuevo establishment (con esquemas nada ambiciosos), será recopilar sus alegres declaraciones, sus “análisis”-manifestaciones henchidas  de autoelogio. Espero que las tesis doctorales  den por fin cuenta de la ficción de la ficción. Tienen un sinfín de declaraciones  y comentarios realmente espectaculares sobre los que trabajar.
Lo que ya va a ser más difícil será recordar un título de gloria casera. Por cuanta relevancia verdadera apostaríamos hoy, si hay algún título o  muy pocos y también si hay algún autor o muy pocos tras el delirio y la falsedad (algo igual de objetivo que demostrable) tan groseramente combinados. Quién  de entre tantas miríadas será el Isaac de Vega o Pérez Minick de mañana. Regresemos a  la Tradición aunque sólo sea para depurar las declaraciones solemnes, los ditirambos, la ebriedad proveniente de literatura  de garrafón y apetito de apacible  vida de  gueto, satisfecha y autosuficiente.
Algún día habremos de fijarnos en el lector de géneros/subgéneros y best selller, por ejemplo en su background cultural, si gusta saciarse de las mismas fuentes siempre,  o muy  al contrario de su sed imaginativa y descubridora, su afán de sorpresa   y de inéditos ángulos de experiencia. Esto último y mucho más se encuentra, como todo el mundo sabe, en estas literaturas formularias. Con su sector de consumidores de sector.  De entrada es gente adscrita a lo más fácil (y también fácil de contar) y manierista. Curiosos de las variaciones de un mismo tema, del modelo artesanal de entretenimiento, aunque vete a saber si  en el fondo y sin darse cuenta lo que buscan son trances emocionales tan sutiles como vibrantes, experiencias de vida que por sí solos son incapaces de alcanzar, pero saben se logran con  el entretenimiento de nulo esfuerzo. Como su realidad  evidentemente sugiere.

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