El avatar ¿un triángulo isósceles?

En realidad en el único sitio en que ocurren cosas mínimamente  interesantes es en mi profesión, evidentemente fuera del nicho de actividad ordinaria que gravita granítica  cual losa del Valle de los Caídos sobre uno. Me refería  al público o clientes y a esos inesperados compañeros que te es dado conocer y escuchar atentamente.  Al mínimo desplazamiento  comienzan a cantar los pájaros.

Algo que fui descubriendo con mis muchos años, es lo que me gusta hablar con la gente. ¡Tanta fama de insociable, cáustico, de perro verde que me decía mi madre, para nada, una identidad que he dilapidado por un tono de afabilidad y educación prefijado en la adolescencia que ha terminado por emerger! Es lógico pues que esté un poco confuso.   Entre mis preferencias no está  la playa,  el monte ni los coches, sino  conversar  con la gente como si estuviese en un Café tomando café.  No en un bar de madrugada tomando alcohol, que es a lo que me he dedicado más. Aunque tengo la sensación de estar traicionando a mi madre y a mis antiguos amigos y por otro lado satisfaciendo a mi padre (que propendía al populismo civil  que yo odiaba). Es complejo.

Todo es conocido y rutinario hasta  que aparece gente o pequeños sucesos que dan vidilla, es como el cine pero en real,  y yo me relaciono con todos ellos de manera muy profesional, o sea de forma  absolutamente personal, para bien y para mal. En mi escala de valores después del amor viene directamente el odio. Aunque ahora me esté dejando invadir por el desdén.

Así se producen contingencias inéditas. No me acuerdo de nada de lo que leo pero de  todo de cualquier asunto profesional (me sé las circunstancias enteras  de los demás), creo que me pasa como con la vista, que  veo mejor  que hace años, pues ahora  recuerdo todo de todos, solo si es de trabajo.

Se pueden formar también entre las partes y compañeros ajenos al nicho, no triángulos equiláteros sino directamente  isósceles. Ni escalenos. En los  isósceles yo soy la base y la perspectiva de los lados ascendentes  y parejos que se funden en el vértice  justo arriba. Yo tan tranquilo en la perspectiva de la línea de fuga, cuando se es base y no vértice y no cabría. Lo digo para casar dos explicaciones que podrían darse. Y una tercera, más fácil de coger.  

Unos  van a cafeterías a conocer gente, pero   a mí me vienen, gente  que de otra forma nunca conocería. De repente todo cobra valor: la educación, la forma de expresarse, el tono de voz, irradiar mansedumbre,   confianza, nobleza … te sientes inundado de estética. La verdad es que hasta hace poco decía siempre que lo peor era la gente…

¡Quién es el tonto oxidado que habla de ética… ¡ ¡Pregunten en el nicho de herrumbre…! No hay una sola verdad que no sea infinitamente sutil o paradójica.