Mi segunda vivienda ha sido la de Rosita y Fer en Ifara, la que durante más décadas he frecuentado en mi vida y más me he divertido, con diferencia. Se daba una suerte de principio espiritual de extraterritorialidad, desde la altura sobre la bahia y puerto te sustraías a lo cotidiano, local y ordinario. Fer con sus viajes, ideas, conocimientos científicos y praxis lúdicas abarcaba el globo y te sacaba de la ramplonería cotidiana, pudiéndote sentir perfectamente en California o el Cabo de Hornos, o en moto siguiendo el Tour de Francia
Esta misma casa contribuyó y no poco para que se desmoronase mi Weltanshauung vasca con su penetrante olor a saciristia e incienso,que articulaba moralismo social, costumbres gregarias de pueblo vasco monolítico, por el trasvase de religiones, del catolicismo unánime al nacionalismo y socialismo convergentes, la religión de sustitución perfecta.
Yo llegué muy politizado (masa) con el enconfrado vasco de mentalidad inquisitorial e impulsos censores, mandamientos sociales comunes, costumbres envolventes y valores rígidos y populares (UF... del Pueblo).
También es una casa como de Malibú, no solo por su emplazamiento sino por la liberalidad de costumbres y relaciones, de las que aunque ausentes de los envites más inquisitivos, sí conocedores de enormidades e hitos más luminosos. Bastante tenía yo con limar mi costra vasca y forjarme cosmopolita.
Este ya es cosmopolita, de alto nivel en español, su lengua materna de madre norteamericana, a la que corrige, ya en el bilingüismo camino de ser perfecto
Malibú
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