miércoles, abril 05, 2023

El Día: Despotismo: el gobierno de la chulería y desfachatez


 La colonización por el gobierno de todas las instancias de poder: institucionales, económicas, judiciales, mediáticas, empresariales, es ya una acusación general perfectamente fundamentada, lo que implica la desnaturalización del Estado de derecho con su separación de poderes, garantías y contrapesos. Bajo las trifulcas mediáticas hay hechos empíricos. Uno a uno, organismo por organismo, se puede objetivar esa realidad.  Cuando se escriba la historia de estos años, los historiadores no podrán ignorar los demasiado candentes/patentes desbarres de este gobierno tan anómalo. Esa infiltración en las instancias y mecanismos institucionales para domeñarlos, no es un mero sesgo político administrativo, sino que va reforzado de otras iniciativas conducentes al dominio autocrático del Estado, el arrinconamiento del Rey, la negación  de la oposición invirtiendo las funciones y  despreciando radicalmente su control (el sistema de partidos), no respondiendo a ninguna de sus preguntas   como  denunció Tamames, con  opacidad extrema, ocultando informaciones básicas solicitadas (participación, concurrencia y transparencia). El Estado parece ser solo de ellos, el de las nuevas oligarquías políticas directamente ordeñadoras del Estado por/para sí mismos. Las económicas delegaban, estas no. Cobra curso natural la arbitrariedad propia de las tiranías, la elusión de los procedimientos, la desviación de poder, el abuso de derecho, la acción concertada como conjunto autocrático con vulneraciones constitucionales dictadas por sentencia,  incumplimientos, entre los muchos: no ser el gobierno órgano colegiado, ya que los ministros podemitas son de facto  gobierno extranjero, el presidente carece de competencias sobre esa pandilla.

Son miles las veces que hemos oído referirse al doctor Sánchez con un turbión de términos de similar significado, que es como es percibido por muchísimas voces, y que siguen siendo: psicópata, ególatra, vanidoso, psicótico, egocéntrico y carente de empatía, absolutamente apresado en un marco psicologizado. Otro botín para historiadores: su psique, matriz política. El fondo común de esas expresiones determinan sus arabescos políticos, unos hologramas autocráticos donde reina la autoficción y las mentiras. Lo único en verdad hercúleo: el  desmantelamiento del estado de bienestar del que nos enorgullecía su eficacia escandinava,  catalizando horizontes para mejor gestión, que tuvimos. No es un disparate conjeturar a dónde vamos, si al modelo húngaro (ya insinuado en Bruselas) o un estado fallido, porque  poderes y leyes  son sombras  en Cataluña y Euskadi. El despotismo se consuma y perfecciona con verdadero calado simbólico por el radical desprecio de la ciudadanía, marcando dos mundos: uno oculto y cerrado, y el resto, con la ostentación de poder y aviones,  su desfachatez, autismo y caravanas de escoltas, total inmunidad/impunidad de ministros y  gobiernos, aquelarres legislativos, desprecio y cinismo ante pensiones, déficit y explicaciones. El dejar  claro que su poder es solo  de ellos. 

 

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