El jaquetía era el florero que decoraba un sencillo y doméstico habitáculo tomado como prueba y acreditación de pluralismo y rabiosa multiculturalidad, de Tánger.
Los conjurados intransitivos de Tánger, siempre han hecho acopio como los magos, de todos los brillos y reflejos que pudieran observarse allí, como del jaquetía, residenciándolos en Tánger, aunque no fuera patrimonio exclusivo.
En este libro por fin aparece el yiddish, aunque en Tetuán: Vaya, hombre.
Si tantos centroeuropeos y judíos pasaron por Tánger, durante tantos años, ¿por qué no aparece ni una sola vez el yiddish?. Evidentemente porque no tiene nada que ver con el souvenir doméstico, o de insignia en la solapa, que portaría el carismático escaparatista, el primero. El yiddish dio dos premios Nobel de literatura y pudo ser la lengua oficial de Israel mientras el jaquetía era una lengua/dialecto de cocido y cocina y cánticos al fuego.
En este mi libro donde doy cuenta, gracias a Fernando Castillo (un autor estimable del que también he leído su libro de Biarritz), de un personaje atrabiliario (que diría Baroja) y singular, un judío húngaro Franz Müller, que luego lo volví a encontrar no sé dónde. Por fin aparece lo que era previsible (ignoto, pero inferible) y nada doméstico: el judaísmo askenazi yiddish.
En el libro de García Nieto, que recomiendo, se dice esto que no es de Tánger aunque sí de Tetuán: En definitiva un estilo de vida alegre, si cabe más abierto que el que había en los lúgubres años 40 y 50 en la Península,
Las fiestas populares, las excursiones a las playas y los domingos en cines y teatros formaban parte del ocioHabía convivencia, pero sin mezclas, cada comunidad respetaba las costumbres de las otras...aunque había muchas interacciones entre las diferentes comunidades, éstas se realizan por capas o clases sociales. Y resulta que no es solo Tánger, ni tan particular, incluso franquista.
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