Nunca he desertado -me han faltado las oportunidades- pero me hubiera apetecido esa suerte de epifanía o revelación o Damasco cabalgando, como Pablo.
Lo que si he hecho y mucho es huir, de ambientes, gentes, zonas de confort, ideologías, países, amigos, incluso de huidas de grupos aun antes de entrar. Se trata de la huida cautelar o preventiva.
Revocarse; en mi libro Los vetos sucesivos que saldrá pronto, alardeo de no presentar mis libros y llego a decir que he escrtito dos libros y editado otro sobre Tánger y la literatura y no los he presentado, y no pensaba presentarlos, pero se dió una circunstancia imprevista e influyente.
Uno jamás puede tomares en serio, puede tomar en serio la familia, la religión, la patria, el sexo y el opio, pero nunca a sí mismo.
Pues ya tengo hotel en Tánger, tras el derrumbe del plan Rembrandt
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