miércoles, septiembre 07, 2022

Desde el viernes pasado en Tenerife. La gratuidad de los actos y Quevedo

Y claro, acatamos la convocatoria del lunes, que vendría a ser como Kant definió la belleza y el juico estético: una finalidad sin fin. Nos juntamos porque sí, no para algo que no sea estar juntos. Un culturalista de pulsión fanática (la mayoría lo son)  lamentaría la conferencia que se estaría peridiendo, la película que habría dejado de ver, el concierto de  escuchar, la exposición de mirar. Los intelectualistas como mi hermano, de las lecturas preteridas, aunque él viene a la calle Nokia, cada vez más empoderado. Es en el único que he comprobado la vurtualidad semántco conductual del empoderamiento. No como farfolla de progreso-amén. 
Estar jubilado, aunque no se diga, permite estar sólo con los que quieres estar y no aguantar a nadie. Yo que para insuficencia de mi vida me pasé la mayor parte de ella entre progres de progreso-amén, celebro el apartamiento de la oscuridad dogmática, sectaria y su desnudez minimalista apergaminada.
En recuerdo a mi veraneo en Cabopino Marbella, que me inspiraba a diario Quevedo

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