Mañana tenemos Mácaros en el Oliver. De siempre me lo
preparo como si tuviera que hacer una
disertación. Aunque luego me limito a
disertar en lugar de como río caudaloso, como rápidos, saltos, cascadas
y cabriolas de un torrente impetuoso.
Tengo mi propio estilo, que es lo más valioso que tenemos. Luego dicen
que hablo mucho: me lo preparo mucho y soy simpático en todo momento. Aunque
los invitados no suelan volver. El estado de excepción y el poder no
comisarial de Carl Schmidt. Toda la semana con Carl Schmidt. ¡Que complejidad e
intelectualismo!
Por fin sé por qué también es inspirador de la extrema izquierda
y que Pablo Iglesias lo cite. Eran muchos títulos y siempre su renovada
presencia en las librerías como para no interrogarse por qué. Efectivamente
podía ser utilizado por la extrema izquierda. Fueron los del mayo 68, y básicamente porque el Derecho público había de someterse a la política. Dejaba la legitimidad
en la acción política y fuera del derecho constitucional, asunto de esbirros
del poseedor de la batuta. He tenido que hacerme unas placas en la boca para
mandárselas a mi primo y fije el calendario. En la librería del Cabildo me
encuentro con una escritora que obtuvo hace unos pocos años el máximo premio
literario del Archipiélago. El Nobel Canario de literatura. Le preguntó por el
autor que estoy trabajando. Y me dice
“¿te lo han encargado?”
Como yo ni me relaciono ni salgo, si no es con amigos, ni
por tanto sé nada del exterior, me ha parecido lisonjero, que alguien, una
reina de la república de las letras, me coloque en esa susceptibilidad (es un
forzamiento más de las palabras) de poder ser comisionado, muy lejos de otros
mundos de Dios. Como dice Schmidt (comisarial) todo el rato, por otra parte.
Ahora lo más estimulante de mi vida es Donald Trump, me leo
las dos páginas de El País a él dedicadas. No es para menos. Ocurre que no
puedo escribir sobre él. No hay nada que aportar, porque está todo dicho. Sin
embargo hay una diferencia, a los que he oído defenderle antes, son personas
inteligentes y preparadas (y muy originales, que eso es lo que más excita),
podía entenderles aunque no compartiera. Pero ya no. A ver qué digo pasado
mañana.
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