Mi hermano y yo nos despedimos con la mano
Fue una despedida que
tuvo aperitivo fuera, comida dentro, copas fuera, y luego cervezas y vino con
picoteo. Nuestra gran estrella invitada, Octavio reprimió su pulsión laboral, y
adscribió tarde y noche a una deslumbrante
ociosidad, con maltas y puros, que hacían intuir una inmunización del alcohol del que solo pueden hacer gala hombres muy poderosos física y mentalmente. Otro elemento más
de admiración: con Octavio eres consciente del placer de conversar, sus conocimientos
son enciclopédicos, te ves penetrando en
las parcelas del mundo que ha privatizado
para su disfrute más intenso y
exclusivo, al que permite acceder a otros (seleccionados) pero solo de vez en cuando. De esa forma logra mantenerse alejado de ámbitos que le disgustan o no le conciernen
por su prosaísmo y mal gusto. Como suponía, conocía al autor sobre el que voy a
escribir, puede que tenga hasta algún opúsculo de él. Entre él y Gaviño ya tengo
dos entradas perfectas.
La despedida fácil duró 10 horas. On line entraron María Jesús y
Rosana. Mientras seguíamos viendo renovarse completa la clientela de Los
Reunidos. Comida de mucha altura.
Los dos socios parecían como escindidos para siempre del
despacho y sus largas permanencias, la vida monacal, para declararse inmersos
en una suma de placeres: conversas, alcohol, y también comida. E ingenio en
elevadas proporciones. El conde y el
presidente actuaron en todo momento como si hubiera sido abolida la ley, y no
fuera ya preciso un proceso de purificación etílica y borrado de alcohol en
sangre, porque no iniciaron ese proceso cautelar en ningún momento. Como si
esperaran que algún platillo volante les fuera a rescatar. Pues yo me quedo,
conduce tú.
Gran abrazo con el abogado RZ, y parada, para no molestar, y gran saludo de otro, RMB.
Como habíamos prometido hicimos la despedida. XY ya le dijo
a su hijo por teléfono la noche anterior. Voy a tener que ir yo a hacer bulto y
se apuntó. En realidad era a pasárselo bien.
En cuanto al grupo del que nos despedimos como despedidos:
Todas las exclusiones, por si tuvieran próxima oportunidad, sepan que acaban en marcha inmediata o a medio plazo del
excluido, porque han quebrado íntegramente las bases de lealtad y
confianza de cualquier grupo. Hay veces
que es mucho mejor estar entre los perdedores que con los ganadores. No
reconozco la inocencia moral de nadie y todos somos responsables de nuestros
actos, y sus consecuencias, y poniéndome como Inamnuel Levinas, del daño al
otro.
Para mí es una verdadera pérdida -en mi caso la movida viene
desde septiembre y antes, cuando estaba en los preparativos de la apoteosis
final -, creía que lo único que me quedarían de unos años que ahora veo sin
gota de simpatía y como nebulosa que se disuelve satisfactoriamente, sería
nuestro grupo. No ha podido ser, todo ha salido de la peor forma posible, y me
voy con la conciencia tranquila: He hecho lo único que podía hacer.
Supongo sirve de consuelo: la vida no es más que una
sucesión pérdidas y no dominamos la vida.
No hay comentarios:
Publicar un comentario