Juan Pedro es un intelectual, de entrada es excatedrático, y esta gente lee como se lee el Talmud en Mea Shearin: con desbordamiento; ahora se nos presenta en Nokia tratando de hablar siempre de autor y libro. Los de la tertulia del Oliver son intelectuales, porque de eso va: de libro y autor: ojo, del pensamiento, no del personaje de la novia y eventuales celos de su suegra o ansias con la sirvienta; con taller para pulirlos.
Mi artículos sobre Vargas Llosa intelectual solo lo envié -algo que jamás hago- a los de la tertulia del lujoso Oliver, porque lo son (intelectuales: distintos; no progres: muy previsibles y corales), no diré que compulsivamente, pero sí con intensidad de dependientes clínicos. Hice bien en remitírselo, porque todos lo propusieron como próxima lectura. La anterior también fue mía: Anne Applebaum, y uno, de mientras, casi quiro-finado.
Había escrito esto: Vargas Llosa afirmando rotundo que García Márquez no era un intelectual, que tenía grandes virtudes, pero no esa. No era una excepción, el talento y grandes dotes, lecturas y bibliotecas no comportan el estatus de intelectual: un pensamiento propio sustentado en argumentos y conocimientos teóricos de autores; al margen de ellos se puede ser culto, erudito, ilustrado.
Pero algo faltada, aunque Luis (anfitrión principal del Oliver), me escribió a favor de esa definición de intelectual por restrictiva, pero que ha de ser más. El intelectual busca, necesita influir, inmiscuirse en la conversación pública, no como pretendió de ellos Stalin, que fueran ingenieros de almas, y para ello se vale generalmente de los artículos de prensa y los ensayos de pensamiento (no divulgación ni crítica académica con su cansina autorreferencialidad).El conocimiento es tributario del saber y necesario al pensamiento (sin que lo implique), porque por sí solo es útil a la erudición y el academicismo, basado en la investigación (ratones de biblioteca) y coronado con incrementos de conocimiento sobre alguna concreción, tanto en las ciencias empíricas como en las humanas, que podrían catapultar el pensamiento (no necesario).
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