jueves, noviembre 21, 2024

Con Iñaki Elorriaga, un bilbaíno carismático

El martes quedamos y vino a casa en las Arenas, uno frente al otro pasamos algunas horas charlando, ayer primero, con Idoia y luego, con Jose, les conté  que estuve con un viejo amigo vasco. Creo que es  el único que me queda, ellos conocían a otros con el mismo nombre, por lo que me vi obligado  a definirlo de muy simpatico, sociable y muy conocido en nuestra época en Bilbao y alrededores. Ahora  recordándolo he dado con un adjetivo quizá más preciso que se pueda emplear, con permiso de Max Weber y su idea de  liderazgo, que sería el de carismático. ¿Iñaki Elorriaga es alguien carismático? Pues sí, desde luego no era uno más. Tan listo como inteligente, simpatico, muy sociable (donde había muchos a eso sólo  circunscritos), pero con cáracter,  era capaz de "plantarle el machango" -como decimos los canarios- a cualquiera. No era alguien diluido en los códigos y servidumbres comunales.  Que en Bilbao pueden ser máximos, termonucleares. Uno ha escrito sobre jatorras, borrokas, cuadrillas, bilbainos y no para muy bien, ni siquiera bien, pero tambien uno sabe deslindar, que es lo que debe hacerse siempre
Me agradó  que me dijera que yo había sido hombre de mar (nadie en mi vida de trasterrado lo sospecha), y es verdad, lo fuí, quien ahora más y antes también lo era: él. Si vemos la foto de arriba del todo, por su semblante, trazas y actitud ya refleja la condición de marino nato, lo es todo él, con porte y mirada fija y desgastada de horizontes. De joven se enroló de pescador en una merlucera con una tripulación merecedora de total desconfianza. Gorka y demás. En Santander donde  hicieron puerto, fueron a  la feria (barracas en Bilbao), en un caballo de cartón para una foto apreciaron su condición de ser vivo: pestañeó. Pese a encarnar al típico bilbaino, si no nos fijamos bien, es un tipo que siempre fue independiente, estaba pero no estaba del todo, sobrevolaba, por grupos y cuadrillas, de troquelado en una, no hizo de ella prisión como cariacontece, pero bilbaíno, una  propia tenía que poseer, pero con autonomía suficiente.
Un tipo tan activo, gran ejecutivo, empresario emprendedor, lo mejor  que hizo destacar a la Villa, tambien era capaz de adoptar el lado contrario,  degustar lo poético, contemplativo, naturista y paisajístico, él solo, sin una asociación de Santutxu que compartir, en la ría  en plena Reserva de la Naturleza del  Urdaibai, al ritmo de la corrientes y el alzado al vuelo de muchas especies, en silencio, con motor apagado, ruidosas.

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