A cuenta de la comunidad de vivos y muertos que escrbí aquí, me acordé de mi artículo Jünger, el patriarca del ethos, publicado en La Página, que es bastante largo. Compraba todos los libro de Jünger- como antes hice con Octavio Paz y despuès con Handke-, e igual tengo 15, pero si ahora me pidieran que escibiera un folio sobre él, serían líneas. Cuando escribí ese artículo-ensayo, leyéndolo el otro día, me di cuenta que estaba totalmente impregnado, atravesado de su obra y personalidad.
Creo que esa es la verdadera comprensión y autodestilación de la obra de un autor, y si no me acordaba de casi ningún título, en mi artículo salían debidamente interiorizados sus personajes arquetípicos, tal su fuerza, como el poder participar de su cosmovisión: llegar a escucharle; incluso pensé en hacer un cuadernillo para mí.Con quien hablaba de Junger era con mi querido Agustín Enrique Díaz Pacheco que escribió a su secretario, o le constetó, a Wilflingen.
La revista con Jünger me llevo a mirar las revistas y algún catálogo que le acompañaban. No me gusta nada la crítica -reseña aún- que se limita a volver a contar lo que dice el libro y hacer semblanza-estudio psicológico de los personajes y disquisiciones de ese tipo, en un chapoteo general.