martes, febrero 07, 2023

El Día. ¿Clase magistral de Ramón Tamames al Congreso? (original)



Se dice que Putin quiere volver a llamar a la antigua Stalingrado con ese nombre para rememorar  la heroica resistencia del ejército rojo a los nazis, haciendo un paralelismo con la guerra contra Ucrania. No hay memoria política, como aquí la mal llamada democrática, que no se dirija directamente al presente (a movilizarlo) y acaso al futuro, trazando una parábola por el pasado. Como alcanzan a saberlo Zapatero, Sánchez y Putin, y Orwell a denunciarlo.

La resistencia del ejército rojo a los nazis viene a ser parecida al parvulario -lo dijo incluso Carmena- de igualdad ministerial, más rocoso en simplicidad, henchido de ferocidad infantil ante ideas planas para hacerse búnker, que bien vinieron en Stalingrado.

Estas diosas de ojos y cerebros vendados  y balanza manca han absolutizado sus intra fobias, extrayendo un asunto puramente legislativo (suyo) de reglas  jurídicas elementales (relación legislador/función jurisdiccional) para trasladarlo a inclinaciones (del alma o de la carne) al pecado, de la derecha política,  mediática y judicial. Y deportiva. En las antípodas Ramón Tamames, catedrático, antifranquista cierto, miembro del Comité Ejecutivo del PCE, promotor de IU, Teniente de alcalde de Madrid con Tierno Galván -jamás hecho fuerte en la política-, su Estructura de la economía española va para 30 ediciones,  con otros libros, colaboraciones y reflexiones notables. Es  uno de los más prestigiosos intelectuales del país, hombre de letras/pensamiento y Estado,  con una trayectoria política anómala en España: insumisa,  crítica y mayormente ausente de ella.

Es el  verdadero intelectual que difiere del sacerdotal (si quedara) en que sabe evolucionar, atendiendo a nuevas experiencias y reflexiones. Según inteligencia y conocimientos acumulados (Savater). Los tertulianos, politólogos, periodistas han razonado conforme a su cerrado marco epistemológico  de conclusiones y claves de interpretación, compartido con los políticos, para intercambio de prejuicios, lugares comunes, logomaquias y estereotipos. Juntos hacen la misma  diagnosis: Tamames, un anciano que se humilla  y que solo logrará reforzar el Frankenstein. Habría que avisarle.  Pudiera ser que lo sepa y no vaya de eso, sino de clase magistral inédita en la tribuna del Parlamento, lo nunca visto en lustros, pero ¿a quién interesa eso hoy? 

Su talla intelectual y moral es muy superior no ya a la morralla de escombrera  que atesta el parlamento, gobierno y política, pero también al pequeño pelotón de escapados como a las tribunas de medios. El cortoplacismo, el horizonte de la política como cuantificaciones y filigranas electorales (expertos todos), la endogamia político-mediática,  marco compartido de comprensión que domina la escena. Como se publicó el discurso homenaje a Salvador de Madariaga (1956) de Albert Camus, otro tanto habría que hacer  con lo que diga o escriba a España  Ramón Tamames 

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