domingo, mayo 26, 2013

El bar de los 8 camareros

 
“Vamos a un bar que te va gustar, al bar en el que te dije tomé la caña de café ayer”. El bar no tiene nada, es antiguo pero sin adarme de artes decorativas que lo ennoblezcan. Está al lado del mercado, modernista como todos o casi todos en España, de Málaga.
Lo singular del bar aparte del café del que no tengo referencia comparativa, son los 8 camareros de camisas blancas impolutas que lo atienden y los churros. No había gente. La barra en forma de U de aluminio, y en el suelo a cada metro  papeleras con  bolsas limpias abiertas. Era una escena castiza y algo desangelada y solo las escaleras y los grandes espejos le conferían la dignidad de lo antiguo muy contaminado por lo viejo, que es cuando lo antiguo puede resultar degradado. Pero al menos vivían felices, comunitarios y ajenos  por completo a los inexorables patrones productivos de la globalización.
El amigo de pasaporte de EE.UU. –ahora estamos en Fuengirola- me pregunta si me gusta Málaga. Le contesto que sí, mucho.  Es la ciudad de España que más me gusta, junto a Las Palmas de Gran Canaria.  No le digo la tercera, que es Ceuta. Una vez escribí que es la ciudad a donde iría a morir. Se  lo copié a Joseph Brodsky, que lo dijo sobre  Venecia (gran libro el suyo sobre la ciudad, como el de Paul Morand, ya que estamos con Venecia) y luego murió en Pensilvania.
Si hubiera una ciudad en el mundo que constituyese mi réplica, correspondencia o la otra media esfera, si todos tuviéramos nuestro equivalente urbano, el mío, yo, sería Ceuta. No es el Hierro antes de que alguien lo piense,  por aquello de que se me endose lo de “merodeador de las periferias”, título que di a Peter Handke en un artículo y que Oktaviansky con gran  tino me lo aplica. En Ceuta está todo lo que soy y me gusta,  un sentimiento unitario  de coordenadas de vida. Trasunto, metáfora, mi omphalos.
LAS LIBRERIAS VACÍAS
Pido el último libro de Jon Juaristi, compré 2 en Málaga, se lo quiero regalar a mi hermano.  Se ha agotado. Cómo que se ha agotado, ¿cuántos trajisteis? Uno. Juaristi uno, esto es el fin del mundo. El panorama más tétrico lo ofrece la gran librería de la cota 600. No es que no  se venda, es que no entra la gente, me dice D. Me tiene el libro Naciones y nacionalismos desde 1780 de Eric Hobsbawm. Ganas de llorar por no tener tiempo para leerlo. Hay cola.
Compramos unos cuantos. De obra canaria, no había nada que me pudiera interesar, salvo dos libros de conferencias atlánticas. Semileídos ya; desleídos, conceptualmente amorfos, balbuceos en busca de centralidades personales,  “ideas” tan raquíticas como absurdas.
Al que tienen es a  Félix de Azúa, el que buscaba y otro. Resulta que me sirve para mi trabajo, el que fue novísimo de Castellet y es  narrador laureado y ensayista ciclópeo ofrece grandes argumentos sobe los géneros basilares de la literatura y la evolución de su vigencia y función, sus  transiciones, superposiciones e hibridaciones. En el otro libro califica a Tony Judt y a Cristopher Hitchens como sus maestros, para mi pesar, referencias de oro recientes.
Tengo dos trabajos. El  del fin de semana pude ser tan duro como el de la semana. Mis esfuerzos me están compensando. Por eso aguanto. Pienso en las vacaciones como la oportunidad para el mayor destajo.  Mi referencia es el segundo del Sáhara. Voy tras ello.

 

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿A usted le gusta la ciudad o le gusta sus bares?

Es una pena que en el paraíso no tengamos los bares de la península con sus tapas. Fracasan los pocos intentos de abrir algo decente; como hace aprox 10 años la fallida apertura de la franquicia "cañas y tapas" en la avenida Anaga y algún barecillo de tapas regentado por algún godo intrépido. Menos mal que cada uno tiene su pequeño consuelo usted con el Parra y yo con Canaima con sus las arepas a la piedra, la pata asada, tequeños y vino del norte bebible.

Salu2, EDH.

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Creo que soy un poquito más sofisticado