viernes, febrero 14, 2025

La sanidad percusionista, de pancarta y megafonía


Como estamos sobreabundados de peregrinaje médico, XY no era partidaria de celebrar ningún cumple, ni el mío hoy 13, ni el de ella el sábado 15.
-Pues yo sí pienso celebrarlo-le digo
 La he convencido ha traído crustáceos de aperitivo, lubina y champú y una tarta de Mercadona (nada de pastelerías)  con dos velas: un 7 y un 4
Hoy deberíamos estar en Getxo y ya con los ESTE tramitados para ir a Washington, pero ha tocado quedarse en Tenerife, muchas rondas de médicos sobre todo privados y pruebas,  con idéntico diagnóstico: estenosis severa (vertebras/columna), de lo que voy  a operarme en Hospiten, una clínica privada, 4 días de hospitalización prevista y pago de los servicios. En la sanidad pública sería una espera de bastante  más de un año, así que  es momento de hablar de la sanidad pública, ese gran tótem, ese cáliz de Santo Grial, esa Declaración de Derechos de Hombre y del Ciudadano, esa Revolución de Octubre, esa televisión visionaria. Esa fe, esa creencia, ese derecho.
Lo que no es sanidad pública dicen es negocio privado (sospecha, inmoralidad, engaño, pecado), así de sencillo, absoluto  y mecánico, definidos el bien y el mal sin mediaciones posibles; en realidad la prestación de servicios de la mejor forma y eficiencia no les atrae, no les interesa y tampoco saben nada. Como la actual ministra de sanidad, una médico convertida en sindicalista percusionista instalada  en un  pozo vitalicio, tan dogmática y simple, limitada e insuficiente, si de ella dependiera  terminaría con la sanidad privada -o a este paso la hará hegemónica- y concertada pero con toda la sanidad pública. Con la sanidad entera, sería  la hora de la sanidad del pueblo, de chamanes y brujería, de brebajes de cercanías y horizontalidad definitiva.   

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