¿Y yo?: Tú también. En el otro extremo están los que son corales, unísonos, previsibles, monistas (como el erizo de Isaiah Berlin). Al ser tantos, aligera mucho la diversidad del mundo. Pregunta a un progre por Palestina, el capitalismo, Estados Unidos, la jornada de 25 horas... te contestarán todos lo mismo, y con los mismos argumentos, si consideran que cabe argumentar y no es suficiente su pulcritud moral de misa mayor de progreso. Hasta hace poco mi vida se desarrolló entre progres, incluso por trabajo, aunque uno en su vida más particular, salía de esos nichos y zonas de máxima confortabilidad. Otros, también algo parecidos, son los vascongados. Con uno con el que hables ya lo has hecho con todos.Y no hablo de oídas.
También por mi cuenta vengo haciendo una dicotomía sobre la oposicion entre pensamiento y conocimiento (máxima expresion: la universidad, que hay que leerles a los merecidos; se pasan los días conociendo). He vuelto a un librito de Schopenhauer, que distingue entre el pensador personal y el simple letrado, el pensador personal y el filósofo libresco, que se revelan en su manera de escribir. El pensador original se distingue por su claridad, seriedad y espontaneidad, mientras que el filósofo libresco sólo utiliza pensamientos y expresiones de segunda mano y su estilo es impreciso y vulgar.
Por cierto, contrapone el pensamiento a la escritura ajena: la lectura.
Que recuerde, cuando Schopenhauer por fin logró entrar en la universidad (de Berlín) ponía sus clases a las 8 de la mañana haciéndolas coincidir con las de Hegel: no le iba nadia.
Su madre fue muy amiga de Goethe, mientras su hijo seguía viviendo de las rentas que le dejó su padre, ella fue una novelista de éxito, hoy no queda ni su nombre
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