jueves, octubre 24, 2024

"La Infiltrada", la clave de ETA y la antropología vasca

 Para uno ir al  cine es un acontecimiento tan especial como ir a una boda, lo único que varía en la emoción es el atuendo. Tenía mucha ganas de ver La infiltrada cuando lo ordinario en mí es tener muchas ganas de no ir al  cine. He de reconocer  que como me gustan las películas de señores advocats americanos, me atraen algunas movies de ETA, uno está hecho de tensiones y  chispas,
La actiz es directamente sublime, una diosa, el Kepa Etxebarria, el actor que hace de él (vascongado de donhostias), nunca he visto mejor estudiado  al vasco, un etarra de las hornadas kaleborrokas de los 90, esos chicos vascos de nobleza  adolescente prorrogada, inmensamente ingenuos e influenciables, subsumidos por la cuadrilla y lo colectivo (en el que ser), de crasa ignorancia y pensamiento de oídas. Muy querido en su cuadrilla y él verdaderamente él mismo en ella.
La directora Arantza Echevarria es bilbaína como un servidor,  y conoce el país y paisanos  a la perfeción, el Kepa es arquetípico, labrado en mármol; le pregunta, la protagonista, que no es vasca, cómo se representa una Euskadi libre, y retahila (hecho verbo), de sin Guardia Civil sin fachas, ni presos, y libre para poder  volver (es un liberado de ETA) a casa de su madre y comer las lentejas que hace, insuperables.  El matriarcalismo vasco, los hijos héroes y la cuadrilla de amigos, camaradas,  la succión del comunalismo.

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