Tras el acto, en la terraza del hotel echamos unas cervezas con la finlandesa Johanna, el artista canario Ruperto Cabrera y un judío de origen (antepasados) de Tsalónica- donde los nazis exterminaron a su importante judería- y del norte de Marruecos, le paso el dato folclórico del jaquetía y se limita a sonreir. Este judío nos deja boquiabiertos a Pedro Velez, que es científico (físico) y director de un organismo estatal
Una vez se habían ido (en el fotograma). El judío Ronnie nos habló de la historia de la teconología de los sefardíes, Pedro y yo escuchábamos con arrobo, de las espada y metalurgia para el imperio otomano, del astrolabio y el sextante, de las escuelas de Salamanca y Toledo. Pedro que iba a indagar más. Y como si fuera vasco dejó todas las consumiciones pagadas
El rabino no sabía español, hablaba en ingles y alguna otra brevísima oración en hebreo. Fue toda la religiosidad que hubo. Prevalecieron dos características judías: la introspección y la reflexión, la vibración de su honda espiritualidad/ interioridad, lejos de las liturgias corales.
Se escucho la Hatikva, himno de Israel de pie, y de pie se guardo un minuto de silencio, también se canto Am Israel jai. La mayoria judíos y unos pocos gentiles amigos. Un acto muy emotivo, comentarios entrecortados por la emoción de las jóvenes que hablaron
Curisoamente toda una parte de Am Israel jai, se hizo una canción popular en euskera. Telésforo Monzón, el ministro del interior del gobierno vasco que fue durante la guerra civil y después santón de Herri Batasuna, hizo parte de la melodía casi otro himno vasco: Euskalherria da ta
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