Este tipo de fotos que me perpetro son las que en mi inmediatez se deploran con unanimidad. A mí por el contrario me gustan, si no fuera así no me infligiría ese castigo. Son muy psicológicas, El grabado de la derecha es del bulevar Rothschild de Tel Aviv comprado a un anticuario en aquella ciudad, el de la izquierda es un grabado de España del S XIX, salvo estafa. Nada me importaría inducir a la confusión: Un viejo vivido, un hombre de acción y barojiano, aventurero y marino, mercenario y canalla, por fin con una cicatriz visble y acreditativa, aunque no resultado de justas, duelos, desiguales combates, litigios de madrugadas, tan solo de mi torpeza.
No puedo hablar de varios expedientes
sobre mi mesa, porque la verdad es que tengo bastantes (mesas y menos expedientes) -no como en Getxo- y sillones, de hecho apenas uso mi exdespacho libre de material jurídico, los estantes tienen otros inquilinos.
Lo digo porque mi Israel Palestina II -no me está saliendo como quisiera, no-, pese a ser mis oteamientos de vuelo helicoidal, círculos con sus ángulos completos y a sucesivas cotas, me hace no empezar con la revisión de las galeradas de literatura canaria. Se lo voy a encasquetar a mi hermano. Que haga algo.
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