No se puede vivir en un estado de laxitud y distensión, de relajamiento y paz interior (y pax americana) permanente, sin que nada del mundo exterior perturbe y aflija. Resultaría inmoderadamente inhumano y aparece la gabarra que llevará al euipo vasco por la ría, como fenómeno astral.
Dos circunstancias y dos premuras, escribir el próximo artículo, que empieza por saber de que vas a escribir, y despues, empezar a escribirlo.
Yo no les sigo, pero los leo, y eso lo advierten los algorritmos, de forma que mis redes están siendo invadidas por noticias del equipo futbolístico de Bilbao.
Relaciones de dos hechos ciertos en el País Vasco: el inminente (elecciones) y total monoteismo nacionalista -el gran subrogado de la religión como es sabido, son los nacionalismos (religión de sustitución)- y gracias al Athletic de Bilbao la desbordada e infinita comunión de la feligresia, tal la necesidad de raptos del absoluto. Al final no hemos salido de absolutamente nada, lo más arcaico y arraigado se ha fortalecido subliminalmente.
Ser vasco puede conferirte la condición más extrema de individualidad, alguno me entenderá.
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