jueves, abril 11, 2024

Washington familiar y pedestre, herido por mi conexión con la gabarra bilbaina

Este es el museo al que nunca fallamos: la Phillips Collection. He llegado derrengado por otra caminata.  De cansado que estaba solo pensaba entrar en la tienda de regalos del museo, que está resultando lo que más me empieza  a gustar de los museos. Lo más son los libros sobre el museo. Tienen más compendio, resúmen,  manejabilidad y descanso. Las fotos pueden ser de más calidad que los lienzos, los colores, más tecnológicos, añaden a la visión del arte un sentido nuevo, la olfatibilidad del libro nuevo,
No se puede vivir en un estado de laxitud y distensión, de relajamiento y paz interior (y pax americana) permanente, sin que  nada del mundo exterior perturbe y aflija. Resultaría inmoderadamente inhumano y aparece la gabarra que llevará al euipo vasco por la ría, como fenómeno astral.                
Dos circunstancias y dos premuras, escribir el próximo artículo, que empieza por saber de que vas a escribir, y  despues, empezar a escribirlo. 
Yo no les sigo, pero los leo, y eso lo advierten los algorritmos, de forma que mis redes están siendo  invadidas por  noticias del equipo futbolístico de Bilbao. 
Relaciones de dos hechos ciertos en el País Vasco:  el inminente (elecciones) y total  monoteismo nacionalista  -el gran subrogado de la religión como es sabido, son los nacionalismos (religión de sustitución)- y gracias al Athletic  de Bilbao  la desbordada e infinita comunión de la feligresia, tal la necesidad de raptos del absoluto. Al final no hemos salido de absolutamente nada, lo más arcaico y arraigado se ha fortalecido subliminalmente.  
Ser vasco puede conferirte la condición más extrema de individualidad, alguno me entenderá.

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