Rodríguez Zapatero seguramente antes de aquella foto en Bruselas, en la que se le puede ver dormitando en su butaca, absolutamente solo, mientras detrás él, en el pasillo, presidentes de los gobiernos europeos y otras autoridades hablaban en corrillos muy animadamente, tomara conciencia de que Europa y sus políticas le quedaban muy grandes. O él muy miniatura. Quedó suprimido de Europa, ni amistades, tribunas, universidades o consultas, ni de Estados Unidos o Canadá.
Tener 50 años, haber llegado de forma inverosímil a la presidencia del Gobierno, tener la vida resuelta, y que nadie te reclame ni tengas (sepas) nada que hacer, tan joven, ha de ser traumático. Como el predestinado a seguir sus pasos, también se permitió actos de gran rebelión sistémica, cuando sacando las tropas españolas de Irak desconcertó a sus aliados. Nuestro estadista se permitió otro gesto de choque: no levantarse al paso de la bandera de EE.UU. como si fuera un tupamaro; luego él y su familia reptarían para una foto con el presidente Obama. Llegaba la ruina, la intervención europea parecía insoslayable; Obama, Merkel y el presidente chino, le propusieron que se fuera. Y acató. Se hizo ya con fama de estadista internacional.
Sánchez aspiró durante un tiempo a un puesto de altura en Europa, para lo cual hizo más viajes a Kiev que a La Palma, pero ya le anunció el presidente de los populares europeos que eso no ocurriría. Respondió con desplante torero. La “percha” maniquí al final se expandía como un globo. Pues se desentendió de Kiev y de los gastos de Defensa. ¿Qué les queda a este izquierdismo populista, enconado y garrulo? Van donde pueden ser recibidos. El guapo Sánchez, de atlantista ha pasado a buscar el liderazgo del izquierdismo del Grupo de Puebla, en Europa. La cantó las 40 a Netanyahu, al que ahora amenaza y reverenció literal y lacayunamente al peligroso dirigente saudí. Y busca como su antecesor apuestas tan rotundas como estultas. Debería saber que sus admiradores de Hamás y huties están en contra de los dos estados como todos aquellos a los que pretende representar. Si una consiga se ha impuesto en el mundo es la de «Desde el río hasta el mar (sin judíos)». Juden raus! los nazis decían igual. Sánchez, como el zascandil Zapatero, buscaba pirotécnicos golpes de efecto, fáciles atajos, la ocurrencia incisiva. Zapatero prometió arreglar el Sáhara en 6 meses. Gente preparada como Shlomo Ben Ami y otros políticos solventes han reconocido que los dos estados sería lo ideal, pero que hoy es absolutamente inviable lograrlo. Cualquier propuesta salida o apoyada por Sánchez sería rechazada por Israel. El único que no puede pintar nada.
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