Es una vieja tradición que en situaciones económicas no boyantes los presidentes de gobierno (de progreso), como el estadista Zapatero y Pedro Sánchez, empleen los tributos de los españoles para vistosos y sorprendentes actos de solidaridad marcadamente ideológicos.
El actual embajador del chavismo, del Grupo de Puebla y la
izquierda latinoamericana -en las democracias occidentales, en sus
universidades, foros, tribunas no se le espera-
Zapatero, fue extraordinariamente generoso con Naciones Unidas, con sus
políticas de la mujer. Siempre la pancarta ideológica. El hambre, los niños,
las escuelas, no construyen ideario/programa. Donó 700 millones de euros
extraídos de los bolsillos de los españoles. Gracias a esa contribución tan
destacada instaló en NNUU a Bibiana Aido, exministra, hija de un cargo
municipal socialista en Andalucía, que elogió su sonrisa y ¡zas! Zapatero le
pidió el teléfono y la hizo ministra, lo
cuenta el periodista Santiago González en Lagrimas socialdemócratas.
Ocurrió cuando los recortes drásticos de salarios en funcionarios y otras
contracciones, y después de que Merkel,
Obama y Xi Jinping le llamaran alarmados por la deriva (una derrota a la
quiebra) de sus gobiernos. La realidad siempre es inferior, más grosera y
material que la ideología, que resulta mucho menos engorrosa y jamás arroja
resultados ruinosos. Nuestra izquierda extractiva, que ha consagrado a la
propaganda ideológica partidas sustraídas de mejores inversiones productivas,
pregona una ecuación aritmética exacta por su sencillez, abstracción como
infalibilidad: la sanidad, educación y servicios sociales solo pueden ser
financiados con los impuestos. De igual forma que la salvación eterna solo es posible
por la gracia de dios. Pudiera ocurrir
que las exacciones fiscales no fueran suficientes nunca, y por eso emitiese el
Estado deuda pública, y a la vez pudiera acaecer que eso indefectiblemente generase déficit público, con el engorro de
tener que devolverlo, aunque aplazada con intereses. Esa simplificación permite
resguardar el despilfarro para sí, más inmoral habido, de un gobierno sin
escrúpulos, de psicópata.
Mientras que la supresión del impuesto de patrimonio en
Andalucía- tras una historia de
herencias renunciadas- representa una reducción en los ingresos
autonómicos de 90 millones, Sánchez, de
viaje a Nueva York, se permite donar 130 millones a una fundación que preside
Bill Gates, ideológicamente impecable (desarrollo sostenible) idónea para imagen y desgravaciones de
multimillonarios que no tocan recursos públicos de ningún Estado.
Hubo un tiempo no tan lejano en que las brigadas de progreso clamaban contra la economía
especulativa en favor de economías
productivas. La economía especulativa ha metamorfoseado su nombre y a la
industrial se le puede dar por desaparecida. Se está comprobando que no hay
nada más especulativo que las ideológicas, con sus locas partidas
publicitarias.
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