martes, enero 11, 2022

Quirófano, retorno a las muletas y suspensión angustiosa del mundo

Como he dicho muchas veces quienes más me gustan de España son los extranjeros, es a la única gente a la que  pregunto cosas y me gusta hablar con ellos, Todos mis amigos y examigos, lo saben bien.
El anestesista era POLACO. No me puedo resistir, perdona ¿de dónde eres? No te recomiendo que eso lo hagas en Washington. Así como los boxes pre quirófano son bastante  entretenidos, nunca llegarán a ser  las Urgencias de la Residencia de la Seguridad Social, donde  disfruté de lo lindo viendo aquella tripulación desmesurada y organizadísima con su vestimenta y función concreta como de los grandes portaviones americanos, con sus colores vistosos que identifican a pilotos, marineros, mecánicos, los de cubierta y puente, mantenimiento, todos  con sus chaquetas coloristas.
Los de quirófano hoy solo combinaban azules muy igualitarios y jerseys que parecían en azul del ejército inglés, qué lana, muy elegantes.  
Obviamente como el polaco era polaco y el resto españoles,  yo contacté con él de inmediato. Me ilustra sobre los chutes de anestésico  para prevenir dolor. Termina la ceremonia quirúrgica y el cirujano me hace una alocución, sobre algo médico debió ser, porque si   no me acordaría.
Me empieza a decir  el polaco que mueva los dedos de los pies por la epidural, que me ha perforado  la columna vertebral y que me ha dejado con más de medio cuerpo inexistente, hecho inanimado: mineral, tierra, piedra, pura materia vil. 
No solo me faltan los dedos de lo pies sino al menos todo lo corporal que no llegue  hasta la boca porque puedo hablar, que es hasta donde puedo llegar y ser persona. Nada más.
Como la sanidad española lo puebla todo menos para los de la cultura lloricona (y meliflua como Franco), había 10 sanitarios por paciente que estábamos en los boxes, y por proporción, tareas y movilidad solo deambulaban ellos: la  sanidad pública y concertada que los progres conducirían  hasta la ruina final en nada..., Spain
- Tienes que mover los dedos de los pies- para superar la epidural
_-No se me mueven, y además ninguno- respondo muy afligido, como muy pocas veces he estado y a unos pocos años anteriores de romper a llorar.
_'Pues los tienes que mover _ sentencia otro y otro y otro, los uniformados, Estoy empezando a entrar en shock_pánico, en  el apocalipsis de fin de fiesta cuando eres aserrado solo tú.
_Eso me gustaría a mí_ Empiezo a comprobar que desde los riñones para abajo no tengo cuerpo, sino masa viscosa caliente inhumana. Dos horas después mis dedos se volvieron pianistas. XY desde el exterior también casi se colapsa ante la adversidad intuida.
 

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