Tenemos pues dos denominaciones, la de fundamentalmente VOX y la de izquierda para lo mismo: chiringuito con su carga peyorativo y movimientos sociales con su cariz filantrópico. Movimientos sociales que, más que a dinámicas populares, obedecen a un tejido orgánico funcional subvencionado, y así hay movimientos sociales de 15, 30 o 500 miembros; constituyen el listado casi infinito de asociaciones, ignotas en la vida social ordinaria, que firman pancartas en fechas y celebraciones y cobran regularmente fuera de ellas. Izquierdistas totalitaristas, se arrogan la representación de todas las mujeres, todos los homosexuales, todos los emigrantes, todos los fenómenos naturales. Pero vayamos a su entramado, son satélites de instituciones u organismos dependientes del poder, bien elegidos (caso último Colau) y mejor dotados Son movimientos sociales-chiringuitos que leído de Iñigo Errejón, teórico populista, el reconocerlo y decir que cuando queden fuera del poder, no pasara lo de los militantes de Kirchner en Argentina, que tuvieron que ir a casa, así que había que crear, al ser muchos los succionadores, instituciones populares para aguantar fuera del poder retribuidos. Pues contrapoder popular burocrático.
martes, enero 25, 2022
El Día: Movimientos sociales o chiringuitos: ¿Qué son?
Los chiringuitos suenan a obtusa incriminación
propagandística de la extrema derecha facha, con la que persigue la caída, cual
fichas de dominó, de grandes iniciativas sociales incluso derechos humanos (mujeres, LGTBI, emigración, ecología) que el
Estado por sí solo y su vuelco de leyes sociales, generalmente sin dotación
alguna, no pudiera realizar, y las confía
a distintos movimientos sociales. Ocurre que esos movimientos sociales son con
cargo en exclusiva a los recursos del estado, solo que la gestión es por cuenta
de activistas de izquierda, que así como
han hecho de ella una profesión ideológica no han hecho ninguna oposición para
estar. Resulta curioso que la reivindicación de una sanidad pública absoluta es
la gran (única realmente) reivindicación social de izquierda, sin entender que
la Sanidad concertada -en la que la
semana pasada me operaron -derivado- del tramo final de un accidente que sufrí
– forma parte de la sanidad pública, aunque subsidiaria y como las
instalaciones propiamente públicas, un lujo en eficiencia y profesionalidad.
Resulta fácil explicar: yo he sido dos veces intervenido, y solo tengo la
tarjeta sanitaria del Servicio Canario de Salud. La gestión sin embargo es
privada, y muy buena. Pero cosa distinta es el resentimiento/odio social, que
no hace falta leer a Escohotado y su obra Los enemigos de comercio, para
saber que en todas las épocas, empezando por el cristianismo y Jesús, con su pobrismo (que empieza a estar en
boga), ha sido el núcleo de la llamada lucha de clases, que ya me costó años
descubrir su condición de
gigantesca patraña.
Ensayista, escritor y abogado. Ha publicado "El Sáhara como metarrelato" y "El Sáhara, perspectiva de revisión" entre otros. Parte de su obra ha sido comentada y referenciada en inglés y francés.
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