Al parecer fue Sergio del Molino quien puso en boga el concepto de España vacía, con un libro del mismo nombre, que completó con una segunda edición de tipo aclaratorio : Contra la España vacía, debido a su tergiversación política básicamente aunque no única, ya que había quienes querían seguir a los trascendentalistas americanos en su regreso a la naturaleza. Quien como yo ha disfrutado mucho de otros títulos del autor, quise mantenerme totalmente alejado del festival rumbero de la España vaciada que no es de él, y deplora.
La España vacía fue la constatación de un hecho y pretendía
el conocimiento y la vertebración más estrecha de España, imagino que como
postulara en Lugares fuera de sitio, en relación a excepciones en la
continuidad territorial de España (Gibraltar, Treviño, Andorra, Melilla, etc.)
como avatares de la historia que deben permanecer igual y con lo que no podía
estar más de acuerdo. Abogaba por el valor de la diferencia, anomalía y
excepción como caprichos de la historia que se hacen surcos y arrugas de su piel. La denominada España vaciada requiere un agente causante, alguien que
desde el momento semántico de pronunciarlo
la hubiera vaciado y evidentemente con fines perversos. Hasta el nuevo
“Madrit” que está ideando Pedro Sánchez (y su aparato de Estado) con el
esparcimiento del estado entre trigales y olivares como simientes para un mundo
rural idílicamente burocratizado; de
hacerlo ¿por que no empezar por los sindicatos?
Nadie, por metafísicamente imposible, ha podido vaciar la España interior esteparia y dura, simplemente ha ido ella repeliendo generación tras generación a sus hijos. No olvidemos que tampoco fue en muchos casos voluntariamente poblada sino por Cartas-puebla y otras concesiones reales, con el retroceso musulmán. El que un inflexible agente exterior la haya vaciado comporta que tuvo que dejar en algún lugar a los afectados Y sin duda hubo de encontrar resistencias, porque tendría que ser contra la voluntad de algunos moradores. Exactamente igual que con los desahucios. La humanidad ha conocido la emigración a las ciudades como producto de la modernidad y la revolución industrial, como que China tenía que crecer más del 8% del PIB para absorber en las ciudades a los campesinos en busca de mejor vida. Otro fenómeno en los países desarrollados es la búsqueda de la costa y mejores climas.
Creíamos que teníamos un serio y urgente problema con un tipo de desplazamiento de poblaciones, como es la emigración. Draghi en Italia ha cuantificado la que necesita perentoriamente: 70.000 (bajísima natalidad/alto envejecimiento), pero Pedro Sánchez sabe combinar el no solucionar absolutamente nada con su inverso: crear problemas acuciantes donde no eran.
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