No es que no tenga nada que hacer, a lo que estoy muy acostumbrado, sino que además apenas puedo moverme, cama -silla de ruedas- sillón. La otra localización residencial -intermitente- en Getxo, tan rápidamente ejecutada y ahora frustrada por mi caída (íbamos a volver ahora) me ha hecho por primera vez escribir lo que no pueden ser memorias -me falta vida para ellas, aunque para nada me quejo-, sino algo más cínico, para poder entender tal cambio, lejos de todos mis planes y previsiones. Escribo realmente desde fuera y sin sentimientos que pellizquen, como si fuera budista o zen, que va contra mi estructura psíquica. Me falta la actitud de por ejemplo mis artículos de prensa, ahí voy como un perro que agarra, sacude y no suelta. Y gruñe.
O lo que dice mi admirado Handke más abajo: la dialéctica que encoleriza. Apenas me sale.
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