viernes, abril 24, 2020

Madre castradora y (padre ausente: no) desvirilización

A la única persona que conozco que no debería afectarla en nada el confinamiento es a mí, porque la vida apenas me ha cambiado, incluso la ha mejorado. Ya no era el caminante que siempre fui, y no caminaba nada, desde la semana pasada camino 6 kilómetros tipo marcha   porque encima lo puedo hacer, 56 pasos sin dar la vuelta. Alardeaba de andar al día unos 30 metros como  también lo hacía diciendo:
-  Hasta el año pasado no me había  hecho una analítica, en 45 años-  para redondearlo con-, no sé si es mucho o poco.
-Poco -o- muy poco- me respondían irónicamente Ahora voy al complejo y me subo al estudio de escritura. Ya no voy a comprar el pan y el periódico. Al menos dos veces por semana iba al supermercado. Le digo ayer por la  mañana a XY:
-Tengo que ir a por cervezas y ya compraré el Hola.
 -No, no, ya te traigo yo- Ni reacciono. Bueno, acato.
Hasta que me doy cuenta que me está hiperprotegiendo, porque empiezo a presentir que le estoy cogiendo miedo a la calle. ¿Acabará sacándome de la mano y seré de los primeros en pasear? Si le llevo unos cuantos años...Te sientes como que vas perdiendo virilidad y que no eres el vasco caricaturesco que no distingue entre espacio público y privado y se comporte en la calle como si fuera el patio del colegio o su casa, y eso que vivo en las antípodas.
Fer, que lleva 30 años con cáncer, tres recidivas, ahora quimio otra vez (dos años infames), me dice:
-Jose, está todo muy claro, ya estamos para que nos cuiden, yo quiero que Rosita me cuide, no me digas que no, macho (es matritense).
-Joder Fer, yo estoy un poquito mejor, que hasta hace poco no tenía historial clínico, bueno si, pero solo de barbitúricos para dormir.
Tengo que corregir esta tendencia de castración consentida y desvirilización galopante, hoy me escapo a Mercadona



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