domingo, abril 26, 2020

El policía insolente al salir de Mercadona ayer


En Mercadona todos los empleados son muy amables y la clientela precavida, presa de la interiorización de consignas,  por lo que afecta cierto  estilo inglés noble, de maneras y atenciones. Pero es tanta modulación de conductas y sintonía de miradas (parece el metro de Londres durante la II Guerra Mundial) que aburren bastante.
Me saluda Paqui, la de la gasolinera,  me voy a parar  pero me rehúsa. ¡Joder, no era tan atenta! Después  en la gasolinera donde he parado a comprar el periódico,  le he contado a Mari Luz la cubana  que me acababa de encontrar a Paqui y como si oyera llover. Igual no se llevan. Con esta conectividad donde mejor estoy es en casa bajo la custodia de XY, por mucho que emponzoñe mi virilidad.
Bueno en Mercadona parking he alcanzado a tener un pequeño incidente, salía para atrás y quería  uno  pasar, que le veía que no tenía pinta de parar, cuando debía de esperar. Veremos quién es más intrépido y llega al borde del acantilado sin saltar. Se lo voy a poner difícil, difícil ni pollas, porque se ha colado. Pues me ha ganado él. Otra vez y por motivo distinto mi virilidad rebotando en el suelo como el euro del carro. No me doy por vencido y saco mi repertorio de provocador que consiste en adoptar actitudes de difícil interpretación, porque ofrecen al menos tres pistas: estoy frente a un tipo atrabiliario absorbido y manejado por su madre y por ende previsible que alguna vez estalle, un tipo inseguro y acobardado que se odia tanto que en cualquier momento transfiera ese odio, o un verdadero demente. Pues se ha quedado con la ecuación sin resolver, pero no me ha mantenido la mirada, claro. Llevaba todo el pandemonium sin un acto de virilidad o protesta de  testosterona a que aferrarme y tan tutelado por XY, que por fin hacía algo de provecho a esos efectos, como siempre de la mano de la sobreactuación que es como el crepitar de la madera de donde solo sale humo
Cerca de casa: control policial
Se confirma mi primera impresión: estos van de supervisores natos. Aclaro que era la policía de la municipalidad, que son canarios bonancibles, pueden ponerse  hasta cariñosos, como aquella vez que me pararon e incendié con mis inhalaciones/exhalaciones todo el aparataje (XY les lloró, mientras yo observaba total abulia y máximo desinterés: indulto. No lo vuelva hacer),  pero hoy están un poco godos.
 Le saco la minuta-acordeón de Mercadona y hago que la brisa la ponga a flamear.
-Vengo de Mercadona, ¡qué casualidad!-  y le sonrío, con falsa mansedumbre y un deje sarcástico para que interprete -Aquí tienes la coartada- y se la doy.
-Lo veremos- así tan insolente, y empieza a hacer pesquisas en busca y persecución de la fecha
-Pues claro que lo veremos, solo tienes que abrir el maletero, que no cierra y está abierto- (tengo un coche  de muy poca ostentación).
-Pues sí, es de hoy
-Tan de hoy que es casi  de ahora mismo, como que no tengo percepción de hacer salido todavía: es como si estuviéramos hablando en Mercadona- no creo que me haya cogido nada.
-Gracias.-
Llego al siguiente supervisor de la municipalidad y mira al sobrepasado  para que diera el placet para que continuara, o aplicar la ley de fugas.
-Ya he sido registrado y supervisado y he dado positivo, esto negativo, bueno no sé...
-Pase, pase- ha sido frustrante, porque me habían entrado muchas ganas de hablar y no regresar tan pronto al presidio.

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