Albert Camus
Ayer le escribí a Nani acusándola de neurótica e infantil como su amiga de la Capital y para recordarle que hoy era mi cumpleaños feliz. Y me felicitara. Me contestó diciendo que ya sabía que hoy vine al mundo. Como soy heideggeriano, no vine al mundo, sino que fui arrojado a él: geworfenheit o Entwurft geworfenheit (arrojado al destino), como mi hermano certificará. El conoce a Heidegger por fuentes indirectas, pero lo conoce. Su golem Atroz no, porque solo habla yiddish.
Agotado el excursus filosófico, diré que no recuerdo que recibiera tan a gusto una edad como la que me viene otorgada por Cronos hoy. Hacer 65 años está muy bien. Ves la vida de otra forma. Más joven, pero también más listo. Iba a poner sabio. Nunca hasta ahora había pensado en hacer deportes de riesgo, ahora me apetecería mucho hacerlo, pero el cuerpo para eso no acompaña. Por su belleza humana más que nada.
Hay algo impagable a mi edad, que es la libertad personal que alcanzas. Puedes con todo. No pasas ni medía y te haces más valiente y osado. Eres mucho más capaz en defender tus posiciones. Ni rebaños, ni grupos, ni mayorías, ni opinión común, ni entornos. Enfrentarse a todas estas cosas no es fácil, aunque de joven irresponsable sí lo es, lo he probado. Pero luego se vuelve suicida. Cuesta romper, da miedo, supone quedarte solo, pasar la línea. Entiendo que no haya esa necesidad, no tiene por qué haberla, pero si se da, hay que atenderla. Yo lo he hecho gradualmente. Con inteligencia y control. También he recibido muchos estímulos, vamos, me los he buscado. Volviendo a Camus: rebelándote es como tienes conciencia de los límites. Todo se juega entre límites, los que tu pones (hasta aquí aguanto, pero nada más) y los que te ponen. Con esta libertad no se podría vivir en etapas anteriores, viene cuando es más factible tenerla. La vida es sabia.
Gracias a todos mis amigos que me han llamado y me han mandado mensajes por mi feliz cumpleaños, que de verdad lo he sentido como tal. Ha sido el cumpleaños más satisfactorio de mi vida. Me he enterado que Eguiar ya no esquía, sino que hace snowboard, y que le gana a Fer (en Andorra, no en Suiza) en darse buenas hostias.
En otro orden de cosas, iba a volver a Heidegger y su pastoreo, pero me parece más propio y delicado referirme a una pastorcilla bucólica, para indicar que me apunte a la expedición a Baeza.
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