sábado, febrero 06, 2016

Inocularme el veneno


Vivo en un estado de éxtasis con mis últimas correcciones de mi tercer libro sobre el sindicalismo. La puntilla. El no ser académico y tener el privilegio del testimonio, que cede ante el ensayo, te arroja a la literatura de bruces, por lo que el placer es máximo. 

Los tres libros sobre sindicalismo y laboralismo han respondido a estímulos del medio. Han sido provocados, a mí jamás se me hubiera ocurrido dedicar un segundo a esas cuestiones, porque nunca lo he hecho, salvo por obligación muy concreta y profesional, sin pasarme un milímetro más de lo necesario. Quiero decir que es muy importante la posición, donde tú te halles y cómo estés, lo que no puedes es estar cómodo y feliz, y los retos que seas capaces de asumir. Como me he limitado a trabajar, toda mi vida he estado fuera de ese medio. No estar integrado, ser periférico, iconoclasta, muy crítico te provee del instrumental que necesitas, y además que vayan a por ti, eso es lo que enciende los motores.


Así es muy fácil abrir caminos, ser el primero, hacer análisis y críticas desde donde nadie los ha hecho. Es simplemente así. Como hay territorios (y materias todas) que sabes que no vas a aportar absolutamente nada: en mi caso, Israel o ya el País Vasco o la poesía canaria.
Terminada mi trilogía, porque lo es, me preocupa seguir con algo distinto, y electivo. Sobre sindicalismo y laboralismo he sido obligado a escribir. Que es cuando más tienes que tratar de esmerarte. ¡Menudos temas! Solo se puede resolver literaria y muy críticamente, a base de análisis nuevos, originales y convincentes.
Prolegómeno largo. En Lemus tenía mi tarjeta de cliente agotada, o sea que tocaba mucha gratuidad. Me llevo muy bien con los empleados (muy profesionales) y resulta muy agradable el rato.
Compras : Ian Mcewan para XY y para mí si lo aprueba, el libro que tenía pedido sobre Averroes, Maimonides, Séneca, Ibn Hzm;  Cristopher Isherwood, y uno sobre el Sáhara de tapa dura con fotos con este título deplorable y mendaz: Agonía, traición y huida, El final del Sáhara español.

Una idea brillante
Como no hay manera de encontrar un libro sobe el Sáhara, ese libro ya lo había visto, pero dado el tufo de su título lo había desdeñado por repetido, el falso dogma español obra de militares españoles frustrados, y la chusma aguerrida para que se maten otros, manipulador, cuajado de interpretaciones chuscas...
Pero hoy he pensado que si lo compro igual me inocula el veneno que necesito para intentar seguir con el Sáhara, y efectivamente. El autor es profesor de universidad y no evidentemente catedrático, que por su currículo parece haberlo intentado sabiendo que no iba resultar. Da clases de historia contemporánea. Pobres alumnos. A Erasmus en España vienen todos los estudiantes de Europa, pero casi ninguno a licenciarse.
Este historiador rigorista y objetivo ya en la primera página dice que el gobierno dio la orden de huir -¡cuánta nostalgia de guerra, que lástima no haber ido a una guerra a ganarla seguro y vengar todas las del Rif! No hay órdenes de huir (y eso lo sabe el historiador más inútil), habrá de retirada o de cumplir acuerdos y resoluciones, pero aunque se huya como en el Rif, las ordenes no son de huir. Así empieza, y sigue con el hispanocentrismo acostumbrado por los arengadores frustrados: el único actor fue España (y Marruecos para que la ecuación salga), no hay comunidad ni derecho internacional ni mil variantes en este relato maniqueo, minimalista, ñoño, resentido, absurdo y militarista.
Resuelto pues el asunto Sáhara, habrá más Sáhara. Ya me las ingeniaré. El mes que viene tengo qu ir a Madrid aprovecharé para proveerme de todos los libros que pueda.
Mi boicot (distinto al del Sindicato USO Canarias)
Me quiero sacar el carnet de investigador de la Universidad de La Laguna. No hay libros fuera. Me gustaría seguir con la literatura canaria, ya lo vivo como un deber, y con el Sáhara, hasta que vuelvo a advertir un boicot.
Las universidades canarias, sobre todo La Laguna tienen casi todos mis libros. Pero curiosamente hay dos que no tienen ninguna y eso que  están en la UNED y en alguna universidad de Barcelona, además de en la Biblioteca Islámica de AECID, que son los dos míos del Sáhara. Eso significa que al menos me conocen. Cuando esté en las últimas se los donaré. Aunque a  mi me sirven los que ellos tendrán, que serán muchos, y que son los que yo necesito. No los similares a mí, que seguro no habrá demasiados.




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