jueves, febrero 25, 2016

El Sáhara de nuevo sintonizado, falta la literatura canaria

El gran De Kooning

Sigo con mi atracón del Sáhara, ayer me tiré una hora leyendo sobre Guinea ecuatorial -viene en el librazo que estoy leyendo del Sáhara-; es muy curioso este interés reverdecido y extremadamente primaveral, cual estallido en flor de los cerezos de  Washington, un regalo del Gobierno de Japón.
Ayer reeditaban la serie El Príncipe, que lo comentaba con Nuria (guapísima, lista, muy natural, desprejuiciada, por lo poco que la conocí) por lo que me acordé de ella. Ya se lo dije cuando me despedí. Espero que le vaya todo muy bien y sea muy feliz.
También recordé el pequeño susto que tuve en Ceuta este verano, que regresó minucioso como si lo estuviera viviendo de nuevo, y que ya no me acordaba. Salieron unas escaleras parecidas. Ceuta no va ligada a ese incidente del susto, hasta que aparece el Príncipe. Me dijo un colega de Ceuta, cómo se te ocurrió meterte allí -no fue en el Príncipe, en otro de inferior categoría, uno de 2ª o 3ª pero no recomendable-, cuando se lo conté.
Empecé con El Príncipe, me pasé a Bertín (soy seguidor) y volví al Príncipe. El caso es que vi los comentarios sobre el rodaje de comienzo y final, pero me salté el capítulo en sí. En general las tramas no es lo que más me interesa, sino el poder evocador del arte, la transmisión de emociones, o de vidas, idiosincrasias y situaciones que destilan las emociones que calan y hacen que el arte sea arte. Una trama sola, puede ser un sumario o un reportaje.
Me ha sorprendido esa reflexión, nunca la había hecho y no queda mal. Lo más fácil de urdir es una trama, es decir hacer un relato. Por cierto, cuanto más rocambolesco o cuantas más cosas pasen, más fácil. Fundamental, un pequeño misterio, para que no se derrumbe la historia.
Ya que he derivado por la literatura, sería capaz de apostar e identificar a quienes han pasado por talleres literarios, incluso en prensa. Muchas filigranas, molduras y arabescos de yeso. Que suele ser la fórmula rococó de no decir nada. Es lo que llamo pirotecnia.
Mientras que con el Sáhara no tengo el más mínimo problema, estoy entregado a él, y ya estoy escribiendo; de la literatura canaria, ni noción de qué atacar. Evidentemente tengo que tener una tesis que defender o una visión. Me podría aparecer si me pusiera a leer, pero no sé qué.




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