Lo último que creo leí de García Márquez fue Noticia de un secuestro en un viaje a
Bilbao. Me pareció tan perfecto que no seguí leyéndolo. Era tan normativo…. Como
hacerme un master de periodismo, a lo que no estaba dispuesto. Y el elemento
retórico, autorreferencial, el sobrante donde se refugia el plus de significación literaria… ¿dónde estaba?
García Márquez puntúa también en una compatibilidad
siniestra. La grandeza literaria o creativa puede estar plenamente disociada de
la decencia moral. Hay mil muestras de ello.Apoyar a una dictadura comunista y familiar, rebasa los más relajados estándares de filosofía moral y ética política. Es abyecto en profesionales de la creación literaria que entran en la categoría de intelectuales. No tienen disculpa, es mucho más grave.
Ahí están gente tan abominable como Pablo Neruda (de la Oda a Stalin), Paul Eluard y Louis Aragon, y en España siniestros como Alberti y alguno más.
En Canarias tenemos al pseudo lanzaroteño y eterno estalinista, simple hasta la muerte, moralmente ciego e intelectualmente tosco y parvulario, pero víctima de la grandilocuencia de tribuna, de la arenga de firma que fue José Saramago, un Ché Guevara para la masa crítica masiva –tan interesante ambas- hispana y canaria.
Gabo tuvo la inteligencia y decencia de no tratar de enarbolar banderas, ni decir las sopesadas nimiedades del comunista vitalicio, dado a las gratificaciones que el Pueblo dispensa a sus tribunos, que fue nuestro lanzaroteño universal de la frivolidad.
Este espíritu crítico de tanta altura, entre sus muchas agudezas analíticas dijo que en Gaza se había producido un genocidio. Este era el nivel de la ceguera, que leí, un tratado... sobre la intimidad de la estulticia.
1 comentario:
Su Heideger es otro ejemplo.
Ortega, ese que (según usted) se hacía invitar a cenar por los aristócratas, en su prólogo a los Alemanes venía a decir que el pensador como persona tiene que se veraz.
Salu2, EDH
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