La demolición de la razón por las palabras se ha llevado por delante las ideas como posibilidad. No
estamos para ellas. Ni en tiempos que
parecen preceder a los apocalípticos, la racionalidad y el debate parecen
asomar. Muy al contrario, el mensaje es un significante moral, con idéntica (y torpe) carga de horror a la del pecado antes. Ahora, los nuevos
pecados son sumamente execrables. Cuestionar las nuevas acepociones morales te convierte automáticamente en un contracorriente. Como que yo ya me estoy empezando a considerar un antisistema.
Aunque no salga ni una cuenta y las deudas
canten, los nuevos animistas ya lo fían
todo a la perversidad intencional de poderes ocultos. Por tanto es plausible
que dentro de unos siglos aparezcan los Pericles, Aristóteles y Platones que
revocan este estado de cosas.
Recortes. Una palabra con la que iniciar y finalizar al
mismo tiempo la posibilidad de debate ¡pobre Kant! Recorte, tal su connotación moral, ¡pura
ignominia!, que no hay nada más que añadir ni buscar, ni intentarlo. Es como
Patria o violación. Tiempos duros de palabras lanzallamas.
Hoy se han manifestado contra los recortes la famosa
Educación española. Solo sabíamos de sus ratios, resultados, marcas mundiales,
excelencia, sistemas de desmotivación y despilfarro faraónico.
Este modelo de educación
no es más que o recorte o educación para la niñez. No tengo ni idea porqué
ha aparecido la crisis. Ni idea. Si es que la hay, ya que lo único tangible son
los recortes.
En breve podré ofrecer un horizonte de expatriación,
siquiera temporal, con oportunidad para un gran recorte de mangas.
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