miércoles, mayo 30, 2012

De cómo el Rapsoda se abrevió en Rap

-Rapso, –de oblicua visera roja- cuando lleguemos al Parra te das unos giros sobre los hombros en el suelo, y si no  te salen diremos que estás lesionado- le digo.
 Íbamos una comitiva que parecía salida de un cuadro de Solana. Mi hermano -el más que inoperante secretario, que no solo no  es eficaz sino que destruye, obstaculiza, impide y se va a cargar la asociación, sino lo ha hecho ya- Jesús,  el Rapsoda y su seguro servidor, Dios mediante.
Si no viviéramos en un país tan despreocupado, la policía nos tendría que haber pedido el DNI nada más vernos, como mínimo.
El Rapsoda parecía salido no ya de Solana sino de un poema de García Lorca, cetrino, pelo ensortijado azabache, ojos acuosos de mozarabí y la visera roja oblicua  de la orilla del canal del Bronx. Le faltaba la música de  la ruda  radio casete, o si no  la guitarra, o las palmas. El Rapsoda ya se ha erigido en líder de ventas en  la feria del libro, de facebook,  de conversación y de risas. El  Rapsoda  alcanzaba su perfección ontológica  y estética de rapero. Ha nacido el mito “Rap”. Lo cierto es que Rap ha cobrado una inusitada centralidad.
Pero yo le certifiqué poeta.



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