Tuve la inmerecida fortuna de ver el martes por televisión una entrevista de Buenafuente a Javier Bardem, nuestro héroe de Beverly Hills, a cuenta del documental sobre el Sáhara que ha producido, es decir de la región marroquí de Tinduf donde están instalados los campamentos. Territorio saharaui, habitado por erguibis y tayakant, usurpado por el ejército colonial francés al sultán marroquí -un encaje de la administración militar francesa-, cuando aquél dispuso también del Protectorado de Marruecos, y que daría origen a la Guerra de las Arenas que enfrentó a marroquíes y argelinos en 1963, año en el que Marruecos lo recuperó temporalmente. Como se sabe, la frontera entre Marruecos y Argelia sigue sin definirse, el primer país no acepta la existente, y así lo pactaron en 1961 ambos países: no reconocerían las fronteras impuestas y heredadas del colonialismo.
Un filántropo donaría hospitales, becas, saneamientos, sistemas de cultivos ultramodernos…pero Hollywood/Malasaña hace lo que sabe: cine. La imagen, la estética al servicio de la ética, ya saben pues los saharauis que deben estar agradecidos y no decepcionar a los filántropos solidarios, tanto flujo de amor recibido y entretenimiento cualificado celebrado de formas tan variadas; de que lo que se trata es de resistir, apretar los dientes, porque fuera y lejos, el mundo cobra espesura con el sufrimiento heroico de otros, y jamás con el propio.
El metarrelato tiene la estructura del mito, con unos comienzos que se esconden en los tiempos primordiales y que explican la historia como una vez quedara escrita para siempre, sin salida del guion ni margen para la mutabilidad. Por tanto, sin historia y sin política. Aunque sí con festivales de cine acuciantes, maratones, caravanas de Land Rover con banderas tremolando sobre las dunas y otros entretenimientos de semana en el desierto. El metarrelato es esa narrativa que tiene un solo final, y que sólo así puede entenderse y ser. Y que abarca lo acontecido como lo omitido, lo dado como lo soñado. Gesta, épica, resistencia, que todo lo integra, que es autosuficiente y tiene un sentido pleno. Como el mito, es explicación única e intemporal y una creencia.
El metarrelato lo escribió el Polisario y su frente internacional, básicamente español: periodistas, novelistas, exmilitares españoles, algún jurista internacional, publicaciones de Ayuntamientos y otras administraciones públicas españolas, autoediciones políticas o de viajes o de la “experiencia”, de solidarios curtidos en sus barrios.
Bardem, en lo que a mi toca, muchas gracias. Mi tesis me la estáis dejando redonda.
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