Le preguntamos a E. a ver que
se comentaba en Washington sobre la situación española, y nos contestó que en una reunión que tuvieron (en
la máxima organización financiera mundial) el día anterior, se había hablado no
muy bien de ella.
Estaban reunidos para discutir si aprobar
(sería “implementar” seguramente) un gran proyecto para servicios en México, y que
una de las jefas asistentes a la reunión
comentó que pasaría lo mismo- de ser aprobada- que en Grecia, Italia y España:
que tal cúmulo de servicios creados resultarían infinanciables.
Es con diferencia lo mejor que he oído sobre la crisis, el verdadero I + D, es
decir, interés más deuda más mucho más interés y deuda, hasta que ya no se
pueda más ni con la deuda ni con el interés. ¡In-financiable! ¡Qué evidencia!,
tras todo el lujo de aplazamientos, re-re-re-refinanciaciones, ocultaciones, disimulos,
huidas desbocadas y generales hacia
delante... El acordeón de aeropuertos, Ave-s, universidades, museos, estadios,
autovías, suntuosidades, reinos, decenas de ministros y embajadores,
alfabetización general en lenguas no
maternas, gratuidad en el cambio de sexo, ya que todo había devenido, más o
menos, derecho fundamental… despilfarros
inconcebibles que asombrarán a las próximas generaciones. Quiebra, salida del euro,
abismo, caída en el vacío, nuevo paradigma, época que finalizó, otro
sistema mucho peor que nace. Nuestros griegos se rebelan contra el fin del Estado de bienestar. No entienden que
entre mantenerlo deus ex machina o no mantenerlo, se adivine su reducción.
Ven mucha maldad y perversidad –los alegres y confiados se nos vuelven
animistas- en ello, además injustificable.
Le vieron a ZP regalar dinero
directamente anteayer, y claro…. Ahora
mismo siguen pretendiendo los famosos hispano-bonos,
seguir con la deuda henchida y con
horizontes de vencimiento siempre retrasables -propio de los no pagadores-, como la línea del horizonte al viajar.
Una tarde al menos por semana suelo hablar con un
sindicalista amigo, de la crisis y derechos sin ningún tipo de problema.
Pero con quienes nunca he podido, y ahora menos, es con la gente de mis mañanas.
Los vigilantes paternalistas, no del todo desinteresados, que a la planicie
habitual de escuetos sofismas ahora incorporan tablas de medición del tipo “cinco
es más que cuatro y que incluso que dos”. Lo dicen cargados de razón, son geniales.