lunes, octubre 17, 2011

El giro anímico: del talante a la indignación

La política como asunto emocional, como dice Zygmunt Baumann hoy en el País, o sentimental, como sostiene Santiago González en su libro, que recomendamos vivamente, Lágrimas socialdemócratas, el desparrame sentimental del zapaterismo.
Esto es lo que hay. Algo fascinante. La política convertida en un gran balanceo anímico, en una pulsión errabunda. Se empezó hablando de una sonrisa, un talante y una flor, se prosiguió con el desparrame sentimentalista del zapaterismo  y se ha terminado, de momento, en la ola de la indignación. La irracionalidad en política suele ser catastrófica. Tanto como como la irresponsabilidad (ver Grecia).
Desde el poder impulsivo de los estados de ánimo se edificaron las mitologías, el animismo casualmente, incluso las religiones más evolucionadas que aquella. Y no evidentemente la Ilustración, la democracia, el liberalismo, el socialismo que se fundamentaron en la razón y el pensamiento. Citar autores, intelectuales y libros es perder el tiempo en estos páramos de la izquierda sentimental y anti-intelectual como nunca antes ha existido.

Junto a ello la política como irresponsabilidad, si tratamos de que  Max Weber nos  de luz, en el pantano de la charlatanería banal, entre la ética política  de las convicciones (como emociones exhibidas sin rubor, en el caso ZP) o de la responsabilidad.
En estos años los grandes ausentes, por haber sido sepultados en fosas comunes, han sido la razón, el entendimiento con sus conceptos, análisis y argumentos y de otro lado, la responsabilidad, que han sido colonizadas por  las buenas intenciones, el buenismo, “mis hijas me preguntan, Papá a que  los de la izquierda somos los buenos”, “antes está la cena con mis hijas que el teléfono, llame quien llame (lo dice un presidente) y luego están los falsos padres demócratas y los tuneados abuelos, las mentiras, “lo mucho que nos preocupa”, las mejores intenciones, “lo que me quita el sueño”, “los esfuerzos que hacemos”, la óptima voluntad, "lo que yo quiero a los parados y los  jóvenes”, “cómo no voy hacer todo por ellos”, intenciones, buenos deseos, esfuerzos que no precisan coronarse con resultados de ningún  tipo, la reversibilidad de todo lo dicho o prometido, la mentira, hoy una cosa mañana la contraria, hasta el infinito, la absolución por  cualquier resultado gracias a  su buena intención, nosotros nos preocupamos, esforzamos, queremos, lo hacemos con amor… las buenas palabras son las que valen, no las acciones, no los resultados. Ningún margen para la responsabilidad. Un grado de inmadurez adolescente,  de adolescente iluminado y difícil, no que antepone las convicciones (ni siquiera esas sino el interés oportunista de cada momento)  a la responsabilidad, sino sus propios juegos o intereses, el mudar de piel cuantas veces convenga.

La izquierda   socialdemócrata o sentimental parte para el buen gobierno de las emociones y la sentimentalidad, de una  superioridad moral estúpida (como si  ignoráramos su jaez) , una presunción de nobleza y estirpe elegida; para ello tiene que sacar todo el caudal sectario de la izquierda española histórica (un patrimonio de sectarismo parecido al   monumental de la Casa de Alba) y tratar de criminalizar a la derecha, al otro pilar de la democracia que es la oposición. Como siempre pervirtiendo las palabras, las mismas  que ZP anunció se someterían a la política, no la política a las palabras, a su sentido cabal,  a la verdad y no a su uso fraudulento, una declaración de intenciones de amaño y  engaño, lo que se ha cumplido también con desparrame.

Se cuentan en el libro de Santiago González muchas cosas de las hijas de Zapatero, no de fotos sacadas, en la que las presiones a la prensa  (Menorca, EE.UU) fueron dignas del Sha de Persia, sino de lo sacado a relucir de ellas por  el propio padre  como fuentes inspiradoras  del espíritu de  buenos sentimientos –único guía al margen consecuencias y responsabilidad- a la hora de gobernar, de resolver,que han hecho Zapatero y su secta.

Empezando por el presidente el grado de insuficiencias y carencias intelectuales o de preparación y capacidad habrán sido las mayores de la historia de España. Se cuenta por qué fu fichada Aído, o como la diputada por Alicante Pajín ignoraba, habiendo ocupado ese mismo escaño por Alicante, quien era Rodolfo LLopis, (de tiempos posteriores a la II República) legendario secretario general del PSOE durante el exilio  franquista. O sea  Memoria Histórica.

Casi han acabado con el PSOE y dejan lo que han sembrado: estado de ánimo iracundo en las calles y un precipicio negado hasta ayer. Toda una noche (histórica) necesitaron Obama, Merkel, Sarkozy y el presidente chino para que ZP contactara con la realidad, arrinconando su mirada limpia y soñadora de adolescente puro. Gracias mundo.

Santiago González , famoso columnista y de célebre blog, militó en el partido comunista durante el franquismo y la Transición. La vieja izquierda intelectual  ha sido un contingente fundamental en la lucha contra la desgracia de la imbecilidad zapateril, comenzando por el profesor Gustavo Bueno, quien muy precozmente acuñó ante la anomalía, tan histriónica como peligrosa, el término de pensamiento Alicia.  

3 comentarios:

el escritor escondido dijo...

Zp es un cadáver político, y Sonsoles y las niñas sus plañideras.

Anónimo dijo...

¿Es la primera referencia a Gustavo Bueno de este blog?: leídas, por mí, sí.
¿Hay interés por este autor?, ¿de cuántos centímetros estamos hablando?.

Saludos.
E. C.

José María Lizundia Zamalloa dijo...

Gustavo Bueno y la Izquierda hispánica, y sus valiosos líderes son aliados objetivos tácticos, que no estratégico-bolivarianos. Su labor de viejos topos frente al adolescentismo es real, puro materialismo histórico, lo demás, metafísica.