Sólo se me puede leer en el blog, los que lo hagan, aunque se pueda entrar también por facebook, que es mero conducto, muy reñido con su formato, contenido, función, generalidad; es casi antifacebook.
Escribí el post sabatino ( 3 más abajo) el domingo pasado. XY se lo mandó a la novia, ella al marido. Exitó bastante, que se habían reído mucho con relecturas-lo que es siempre mi máximo objetivo: ser gracioso con gracia-, que nadie hubiera dicho, siendo tan contrastable, mi desamparo, lateralidad, flotación insectiva pero silenciosa, que me pudiera fijar en lo que ocurría.
El caso es que mi post de este blog se incorporó como un elemento más de la boda, como las bolsitas de café especial que se repartieron, muy cuquis, los abanicos a la entrada del jardín, la tuna recortada de Medicina, la combinatoria, superposiciones y arranques del magnífico DJ, ¿Por qué? Pues porque Elena, la novia, lo envió a todos los asistentes, en especial a los de la Mesa 9 que salían tan bien parados, que me han entrado masivos- También a mi columna de ayer en El Día.
La primera vez que ostento un protagonismo codyuvante y de programa póstumo en una boda.
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