viernes, julio 12, 2024

Enemigo mortal de los libros gruesos, incurso en ellos, Juan Benet

Hace años iba  casi todos los sábados a la gran librería de La Laguna y era habitual que comprara varios libros, la importancia de la compra lo medía por la longitud estimada en centímetros de los lomos de todos ellos, de lo que daba cuenta; más la altura superpuestos, como la columna que tengo en Getxo, que su longitud en un estante. Desde bastantes años atrás voy muy poco y mis compras son muy escasas, aunque de máximo grosor muy últimamente, veánse estos dos, de  casi 500+500. Cuando solo busco libros de pocas páginas, desechando los de 200 y pico, no los compro.
Creo que fue Volverás a Región el libro que leí, tan escalonado de oraciones principles y torrentes de subordinadas, como una etapa de media montaña del Tour, su descripcionismo del paisaje, de agrimensor no kafkiano, que muchos han creído que reflejaba su alma  honda e intrincada. Casi nada de él me gustaba, ni la serie de mujeres que tuvo, conocidas. Enma Cohen (un año de interruptus), ¡Por  Satanás!: ¡Rosa Regás!

Despues de decir que Solzhenitsyn nunca debió salir del Gulag, ya mi antipatia por el dandy burguesote, altanero y desdeñoso alcanzaría cotas  insuperables, tan petulante, engreido y endiosado. Para  mi Benet son sus discípulos, los que le han considerado maestro (siendo mejores que él), básicamente Félix Azúa, Javier Marias, Savater fue menos inciensario.
Hay ideas sobre la literatura, contrarias al entretenimiento, que  me llamaban la atención, pero no sólo de  él, sino  de algún otro, que son disidentes del mainstream, El biígrafo lo fue también de Leopoldo Maria Panero, Sánchez Ferlosio y Eduardo Haro Ibars (el hijo de su padre).

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